4 de agosto de 2007

Decisiones extrañas

Es sábado, el vuelo estaba sobrevendido e hicieron una oferta tentadora: 400 dólares cash, 600 utilizables en vuelos de mexicana, hotel, y el vuelo de regreso en clase ejecutiva al día siguiente. Bien hubiera podido quedarme, y ganarme más de cuatromil pesitos, y los necesito. Pero no, me paré al lado de la puerta de embarque con la perra decisión de pelear por mi lugar hasta sus últimas consecuencias. Se nota que estoy enamorado, ¡aaaahhhhhhh (violincitos cursis)!

El primer párrafo lo hice a manera de nota durante el vuelo a casa, todavía turbado, perturbado y masturbado por la idea de volver al lado de D. Cuando llegué me la encontré de mal humor, desvelada, cansada y hambrienta. Paciencia, aún así, prefiero su compañía.

Se durmió, luego nos echamos una platicada exquisita como las que solemos, y me siento en casa. La experiencia en Dallas tiene varios corolarios, a) quiero escribirle a Albert, Chomsky, Zinn, Moglen y Stallman, con respecto a mi idea de consumo analítico. Constará de una justificación (no puedo esperar a tener la habilidad para escribir el código yo mismo), un "proof of concept", que vendría a ser la idea en sus más mínimos detalles así como la visualizo ahora, y la solicitud para que la analicen, me retroalimenten y, de interesarles, me orienten respecto a lograr su viabilidad. b) El despilfarro de los gringos no tiene límites, las extensiones de centros comerciales son inmensas, y tienen igual de extensión de estacionamiento (si no es que más), que dado el terreno creo que podrían ser usadas para poner páneles solares. O para cultivar alimentos, diría Rodrigo. c) Tienen una vida llena de cosas hermosas, sin que eso repercuta necesariamente en vidas vacías, las "pruebas" son las enormes librerías y el caracter amistoso en general de los habitantes encontrados hasta este momento.

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