19 de septiembre de 2009

En contra de las religiones intolerantes que te juzgan

Estoy en contra de la crueldad innecesaria con las personas. Ya la vida y la naturaleza son de por sí crueles, o por lo menos indiferentes para con los sentimientos y deseos de los individuos como para encima querer torturar a alguien cuales quiera que hayan sido sus culpas o sus acciones. La vida es cruel con aquellos que la viven pero la muerte no. La muerte es un desaparecer definitivo de la posibilidad de sufrimiento de cualquier tipo. Sólo en vida y de manera particular o individual se puede sufrir. En grupos de seres que usan la comunicación, la muerte de uno de sus miembros conlleva cierto sufrimiento en aquellos que quedan vivos, y ese es el único sentido en que la muerte representa dolor.

Digo todo esto porque tengo un par de amigos que asqueados por el trato dado a los animales producidos, engordados, maltratados y luego sacrificados para el consumo humano, se han vuelto vegetarianos radicales. Esto me parece súper positivo desde su perspectiva individual y sus gustos y salud personales. Pues siendo humanos, nada más humano que empatizar y querer extender los derechos humanos a otros seres vivos que cuenten con terminales nerviosas. Si la cosa se quedara ahí, mi respeto por su decisión no cambiaría respecto del que siento y les demuestro en la actualidad; pero la cosa no se queda ahí, no solo mis amigos son unos citadinos blandengues que han permanecido siempre alejadísimos de la sangre y tal vez sólo la han visto en el cine, sino que además igualan la vida de los animales con la de los seres humanos en su escala de valores, de modo que uno que come carne se convierte automáticamente en un nazi infeliz digno si no de desprecio, al menos sí de lástima y de condena.

Ese tipo de susodichas actitudes me dan miedo. Esos eslogans baratos de: "por eso estamos como estamos"; como si el que haya una industria que trate sin respeto ni cuidado a los animales a los que luego vuelven un producto almienticio fuera la causa directa de la hambruna, de la ignorancia o de las guerras que hay en el mundo; me parecen frases simplistas a ultranza. Ese "salva tu alma, deja de comer carnes"; esa racionalización refinadísima de bases estúpidamente religiosas: porque se debe partir del principio de la equivalencia entre humanos y otros seres naturales, cuando es obvio que sólo los humanos podemos imaginar dicha equivalencia y sacralizar algunas entidades (si a uno lo metieran en una jaula junto con un tigre, la fiera no vería al humano como a su igual sino como a su alimento); ese activismo que busca convencer a todos de su bella verdad, ese ignorar el principio de reciprocidad para luego señalar como enemigo al omnívoro o al carnívoro, me suenan a juicio inquisitorial.

Al final puedo decir que estoy en contra de la crueldad para con los animales en general, pero no en contra de su muerte o explotación para producir bienes de consumo para mí y el resto de mi especie si decidimos en conjunto hacer el bien y hacer el daño. Respeto a todo aquel que voluntariamente decida alejarse de prácticas que le parecen aborrecibles, y hasta llego a empatizar con ellos y me abstengo en su presencia de la carne (que de todos modos no consumo tan frecuentemente), pero apelar a un orden superior, a un terrible crimen, a lo sagrado, o a consecuencias muchísimo mayores y más funestas que la muerte de x animales y cierto sabor en el paladar; son todos modos de evangelización. Y si no me he dejado convertir por ninguna de las mayores religiones de la humanidad porque no reconozco ninguna verdad en sus bases discursivas, no veo porqué debía convertirme a esta otra cuyas bases son igual de absurdas. De repente me conmueven estos amigos míos que le tienen tanto miedo al sufrimiento y a la muerte que no quieren que suceda a ninguna escala, para nadie, para nada. Pero a veces también les temo, pues en su fanatismo no vayan a querer vengar a las bestias que idolatran matándome a mí que no comparto sus creencias, pero sí un lenguaje y características morfológicas y físicas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya, que comenten esos dos individuos citados en este post, no sean gays.

óscar dijo...

¡UF! Ora sí te volaste la barda. Pero vamos por partes, pues.

como si el que haya una industria que trate sin respeto ni cuidado a los animales a los que luego vuelven un producto almienticio fuera la causa directa de la hambruna, de la ignorancia o de las guerras que hay en el mundo

Yo nunca he dicho que la existencia de esa industria sea la causa de lo que mencionas. Creo que Rodrigo y Katy tampoco opinan eso.

Ese "salva tu alma, deja de comer carnes"; esa racionalización refinadísima de bases estúpidamente religiosas: porque se debe partir del principio de la equivalencia entre humanos y otros seres naturales, cuando es obvio que sólo los humanos podemos imaginar dicha equivalencia y sacralizar algunas entidades

Es precisamente porque nosotros tenemos una mucho mayor capacidad de entendimiento, imaginación, abstracción, empatía, compasión, etcétera, que a algunas personas nos resulte intolerable infligir un sufrimiento que entendemos bien, y que por tanto resulta totalmente innecesario, a otras especies. Yo no sacralizo a los pollos, con todo y que me caen bien. Sacralizo mi razón, y ella me lleva a concluir que es una bestialidad infligir sufrimiento innecesario.

ese ignorar el principio de reciprocidad para luego señalar como enemigo al omnívoro o al carnívoro, me suenan a juicio inquisitorial

Que mi postura te parezca de inquisidor es asunto de percepción tuya, yo no me siento inquisidor.

No es que seas mi enemigo: tú, que tanto traduces parecon, deberías de saber perfectamente que los precios de los productos cárnicos son artificialmente baratos porque externalizamos el costo, pasándoselo a los sistemas nerviosos de otras especies, y eso es una chingadera, y seguro estaría de acuerdo tu amado Savater, ¿o no?

son todos modos de evangelización

¿Y está mal, que trate de "evangelizarte"? Tú haces lo mismo con tus traducciones, no te hagas güey.

cuyas bases son igual de absurdas

¿Qué tiene de absurdo sentir compasión, y no querer hacerle daño a otras especies? Además, bien sabes que la producción masiva de carne conlleva una serie de problemas ambientales, ya no éticos, ni mucho menos "religiosos". La producción de un kilo de carne de res implica el derroche de 10000 litros de agua. Y sabemos que a diario tiramos una cantidad insostenible de hectáreas de bosques para destinarlas a producción de alimentos para ganado. Vamos, ahora dime que qué mamada religiosoide de refinadísima racionalización pensar en eso.

De repente me conmueven estos amigos míos que le tienen tanto miedo al sufrimiento y a la muerte que no quieren que suceda a ninguna escala, para nadie, para nada. Pero a veces también les temo, pues en su fanatismo no vayan a querer vengar a las bestias que idolatran matándome a mí que no comparto sus creencias, pero sí un lenguaje y características morfológicas y físicas.

¡Nunca me presentes a esos amigos, están bien pendejos! Los que yo conozco que no comen carne, son gente bien chingona, y no esos bárbaros que describes.