21 de agosto de 2007

Me mandaron otra vez al gavacho

Pues resulta que en una de esas me llamaron Armando y su papá, que si había un curso, que si salía el 19 y que si regresaba hasta el 1ero, etc. Ahora estoy en Manchester, no el de inglaterra, sino el de New Hampshire, estado que destaca por ser el único de EU sin impuestos por ventas, ni por ingresos individuales.

Antes de salir hubo problemas con D que tomó ciertos comentarios míos como prueba de mis actos impuros. Tuve un viaje horrible: la noche de sábado a domingo, según esto para llegar a dormirme por la tarde al hotel, no descansé. Dormir lo que se dice dormir pude hacerlo hasta las 4 de la madrugada del lunes, después de una conexión fallida en Houston, una desviación a Atlanta, y un vuelo en la cola de un avioncito incomodísimo a MHT (Manchester) donde no salieron las maletas.

El curso está bueno, el instructor es capaz y simpático, las instalaciones son agradables y hay una cocina llena de bebidas no alcoholicas por si nos da sed. Aunque no sé porqué, sospecho que ni con el mejor curso del mundo, las mejores instalaciones del planeta, y el instructor más carismático del universo, el contenido que nos están impartiendo valga los 24kilodólares que costó.

Ya llegaron las maletas.

El pleito con D estuvo rudo, me mandó un mail terrible e injusto, que yo respondí airado y sarcástico. Pero al final nos acercamos nuevamente a pesar de los miles de kilómetros que en este instante nos separan. Ansío regresar sano y salvo el 1ro, para pegarla a mi cuerpo en un abrazo fundido y sentido e infinito. Al final de nuestra última conversación, de tan contento alcancé a balbucear esto:

"y yo te amo también, también también también te amo, Duarte amarte Diana amada ámote, teamo, también, Dianamía amo amarte, mi Duarte"

Dentro de toda esa confusión verbal, creo, se nota otra cosa indescifrable y benévola, además de mi torpeza. Ya lo dice el silvio, "quiero que me perdonen, en este día..."

1 comentario:

DD dijo...

Éste es parte del mail que te envíe y que quisiera publicar en tu blog para tí y porque también quiero que me perdonen, en este día...

Tu decides si lo publicas o no amor mío, en todo caso también se trata de reírse de la muerte, viviendo; amando. Y esta es una constancia más de ello.

Te amo mi dulcísimo Carlo.

He aquí:

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Por esa hermosa conversación que no acaba, por filosofar, pensar y razonar en conjunto todos los días; por nuestra constante crítica a la realidad y a nosotros mismos; por ser cómplices del ejercicio de la imaginación, por dejarnos ser y volar en conjunto y al final sacar nuestra varita mágica y sonreír o carcajear; por no sentirnos "determinados" y trabajar codo con codo y día con día para ser mejores, para cambiar en lo que se tenga que cambiar porque sabemos que en el fondo es una cuestión de voluntad y trabajo mutuo o individual que si es posible hacer.

Por ese sollozo, sonrisa, carcajada y suspirar; por estos veintes, madrazos, caricias, pellizcos y roces; por la acción, por la no acción, por la reflexión; por el sueño compartido, por las vidas que hemos vivido, por las vidas que no viviremos y por esta imaginación que en complicidad compartimos cuando en voz baja o alta nos leemos a Savater, Eco, Cortázar y otros tantos; por este abrir de ojos, por este asombro, por esta reflexión que no acaba con la lectura, sino que ahí inicia. Por esa amorosa y dulce voz que lee, cuando nos leemos.

Por ese querer y decir sí a la vida, a la buena vida y trabajar en ello todos los días.

Por el Lado obscuro del corazón (y el claro también), por las Alas del Deseo (y por el deseo de alas), por la vida de Bryan, por Annie Hall y el Sentido de la vida -entre otras muchas- que hemos visto juntos y que hemos reflexionado filosóficamente durante largas horas (y seguimos haciéndolo).

Por Air, los Chemical Brothers, Woody Allen que han sido el soundtrack de nuestra vida (la nuestra, la que iniciamos tu y yo) y de nuestra imaginación y placer.

Por la ironía, por este "no tomarnos en serio" en los momentos de gran "seriedad", soberbia, sobrada conciencia o excesiva cordura; por reírnos de nosotros mismos y de todo el mundo.

Por Frasier y tus parodias; por tu sentido del humor al que amo por dulce, por ingenuo, por colmilludo, por sagaz, por irónico, por sarcástico; por tus chistes tan malos como los míos; por ese histrionismo que me regalas cuando me haces tu rutina cómica, erótica (con derrame de vaso, jarra o lo que tengas a la mano) o infantil (con berrinche incluido); por el dolor de estómago, por esa lágrima que rueda en la carcajada que provocas; por esa sonrisa tan tierna con la que duermes y la otra tan dulce con la que me despiertas al amanecer.

Por la pasta, por el fondiu, por las calabazas, por los jitomates, por los quesos, por ese pan tan crujiente que hemos comido juntos; por el vino, por el agua, por tu saliva, por tus húmedades y las mías y por todos esos deliciosos licores de los que hemos bebido juntos. Por el yogurth, por el agua, por el vino que me ofreces y que bebo de tu boca. Por la borrachera, por la resaca, por las comilonas, por todos los placeres que compartes conmigo.

Por esa ternura infinita que hay en tu ser, por tus dulces y amorosas palabras, por esa delicadeza con la que me acaricias, por esa mirada clara que me mira, por la hermosa estrella que corona tu alma, por tu mano que trabaja con fuerza y coraje; por esa perseverancia y esa constancia en tus quereres; por tu inteligencia, por tus burradas, por tu genio, por tu destrezas, por tus torpezas, por ese ser revolucionario y rebelde que hay en tí.

Por esa hermosa melodía que escribes y reescribes día con día en mi cuerpo; por la amorosa caricia, el abrazo que funde, el roce que incita; por el apretón ardiente que alborota mi cadera; por el beso que hincha, que exacerba, que provoca, que abulta; por tu lengua que busca, que perturba, que masturba y que bebe mi humedad a sorbos delirantes; por tus exquisitas manos que acarician, exploran, estrujan, extraen, expanden, dilatan, contraen y exacerban mi cuerpo. Por tus piernas encima, debajo o por detrás de las mías; por tus pies montados en los míos, por tus pies a un costado de mi cabeza; por tu cadera en la mía en un vaivén lento, rápido, dulce, salvaje, superficial, profundo y deliberadamente hondo; por tus ojos cerrados o esa mirada ida, por tu boca entreabierta, por tu manos empujando desesperadamente mi cadera, por esa sutil inflamación que siento en mi vientre y que me alerta sobre tu culminación y estimula la mía; por ese placer anunciado, por ese momento de goce en que te vuelcas y ya emanas de tus aguas, expeles dilatando, arrojas contrayéndote en mí, dentro de mí; sales como un río que, osado y bravo, abre su cauce entre mis piernas y en su delirante transcurso, emite discretos y concupiscentes gemidos que se derraman en un espasmo mutuo, de comunión plena. Y luego, ese suspiro final con el que vuelves a la calma, al sosiego.

Por la literatura, por la filosofía, por la ética, por la poesía, por el día, la noche y la esperanza; por abatir la melancolía de este mundo que nos aqueja; por más de cien palabras, por más de cien motivos.

Por estas pupilas tuyas donde me veo viva y por estas cien mentiras que valen la pena -como diría Joaquín Sabina.

POR ESO, POR TODO Y POR NADA, YO TAMBIÉN TE AMO EMILIANO.