Excluir a alguien de alguna conversación porque está leyendo Los 7 hábitos o Papá rico papá pobre, me parece algo terrible y muy grosero; no sólo está ejercitando el mantra de la lectura (cosa de por sí proporcionalmente minoritaria y digna de aprecio) sino que, como muchas lecturas van de la mano y se hablan entre sí, entre El millonario de al lado y Cállese y venda, podría darse la ocasión de que nuestro lector imaginario llegara a alguno de los grandes (por alguna cita o qué se yo) y que le agarrara gusto. Ya de ahí a los maestros que te enseñan a pensar de verdad falta muy poco.
Claro que leer libros de motivación personal o de cuestiones de liderazgo, o manuales de cómo hacerse millonario, orientar fengshuisosamente su casa, curar con las manos, etc, no es algo muy bien visto desde algunas esferas de personas que han adquirido mayor perspectiva. Por supuesto, mientras más se informa y más lee uno, más cosmopolita se vuelve, y entonces se llegan a ver las relaciones que tienen todos estos escritores "new age" promotores del "éxito" (desde el material hasta el espiritual, pasando por el familiar, el de la salud y el estético) con una explotación desmedida del planeta y de sus habitantes, por entusiastas que tratan de aplicar los consejos de dichas "autoridades".
Parado desde esa esfera y perspectiva se entiende lo errado que está todo ese discurso del "éxito" y las implicaciones para los más, aunque desde la perspectiva individual y a corto plazo represente desde una esperanza hasta una verdadera oportunidad de enriquecimiento personal.
Ahora bien, viéndolo desde otra perspectiva aún más distante, nuestro sol se mueve a una gran velocidad en una dirección desconocida, eventualmente también él desaparecerá, y lo más probable es que la humanidad ya no exista al momento de la supernova o caida al gran hoyo negro de nuestro astro. Toda crítica a explotaciones desmedidas es fútil desde aquí. En proporciones cósmicas todo sigue su curso, todo está bien.
Pero incluso desde esas alturas no se me puede olvidar mi costumbre de comer cuando siento hambre; de buscar sentirme presentable y confiable entre pares, lo que conlleva una higiene, algunas prácticas, y algunos gastos; y de querer disfrutar el hoy y querer un mejor mañana. Ante la perplejidad cotidiana es normal que se busquen expertos, y a menos que uno se sumerja de verdad en el manejo del lenguaje es difícil distinguir lo bueno de lo malo.
Al final creo que hay que saber situarse. Si al momento de emprender un negocio lo descalificas por fundamentalmente dañino para el medio ambiente, como casi toda actividad humana, no vas a llegar a ningún lado. "A la larga", no es un concepto que funcione bien en una mente que se sabe frágil y perecedera, a menos que haya aprendido a pensar y haya recibido información relevante. Conclusión obvia: no todas las perspectivas son valiosas o útiles siempre: sino que deben valorarse según los objetivos, el momento y las condiciones.
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