27 de agosto de 2007

Las sospechas y la injusticia

¿Qué pasaría si yo sospechara algo con respecto a un tema delicado e íntimo, que no pudiera poner sobre la mesa por la posibilidad de ofender a la persona de quien sospecho?, Peor aún, ¿qué pasaría si, en realidad el tema a mí no me pareciera tan delicado ni tan íntimo, y la sospecha fuese: no con respecto al acto sino con respecto al ocultamiento innecesario del acto?, Peor aún, ¿qué pasaría si me quedara callado y ocultara mi sospecha, haciendo como que no sospecho aunque sin poderlo evitar, desconfiando de la capacidad de comprensión de la persona de quién sospecho? Peor aún, ¿qué pasaría si dicha persona empezara a sospechar que yo sospecho algo, pero ninguno de los dos tuviera el valor de romper la farsa y de aclararse y confesarse culpable de tanto "sospechosismo"?

Conclusión: prefiero no ser injusto. Sospecho, sí, y si un día me entero de que mi sospecha es cierta, diré que lo sabía (o que lo sospechaba, que es igual sin ser lo mismo :-P ).

Ahora bien, si un día tuviera que decir que "lo sabía", quisiera también poder decir que saberlo (o sospecharlo) no me alejó, y que saber (o sospechar) que se tenía miedo de mi reacción, o se desconfiaba de mí capacidad de amar, tampoco me alejó, y que el enterarme en el momento en que me entere, tampoco me alejará. Eso quisiera, ese es mi ideal de mí mismo y espero que esa sea mi respuesta y mi postura.

Pero entonces, ¿por qué tanto relajo?, pues porque la sospecha lastima a quien la tiene, muerde por debajo del estómago, zumba por detrás de los ojos, y tuerce la información que uno recibe para acomodarla a su antojo. La sospecha cizañosa me dice: tal vez el tema no es tan grave, ¿pero qué tal este otro, el de la confianza y la franqueza?, la sospecha actua a varios niveles y los entrelaza. Pues bien, para deshacerme de la sospecha, decido amar y entregarme como si nunca hubiera sospechado, quedará en la conciencia del objeto de mi sospecha, no en la mía.

No hay comentarios.: