15 de octubre de 2012

¿Filosofía Vs Ciencia? un no-debate (7 de 10)

Continúo con el debate publicado en The Guardian sobre filosofía versus ciencia.

Lawrence Krauss: Nuevamente, sólo tenemos desacuerdos sutiles. Tenemos un intelecto y por lo tanto podemos anular varias otras tendencias biológicas en nombre de la armonía social. Sin embargo, creo que la ciencia puede ya sea modificar o determinar nuestras convicciones morales. El hecho de que la infidelidad, por ejemplo, tenga base biológica debe, para cualquier persona pensante, modificar cualquier condena “absoluta” al respecto. Es más, que muchas convicciones morales varíen de sociedad a sociedad significa que son aprendidas y, por lo tanto, son parte de la provincia de la psicología. Otras son más universales y están, por lo mismo, cableadas estructuralmente – y son asunto de la neurobiología. Un regreso al juicio moral asume con demasiada frecuencia algún tipo de creencia imaginaria en el libre albedrío la cual creo ingenua.

Quiero cambiar el tema. Admito que me complace que concuerdes con que la pregunta “¿por qué hay algo en lugar de nada?” es mejor abordada por los científicos. Pero afirmo más generalmente que las únicas preguntas “porqué” significativas son en realidad preguntas “cómo”. ¿Estás de acuerdo?

Déjame darte un ejemplo para poner las cosas en contexto. El astrónomo Johannes Kepler afirmó en 1595 haber respondido a una pregunta “porqué” importante: ¿Porqué hay seis planetas? La respuesta, él creía, yacía en los cinco sólidos platónicos cuyas superficies pueden componerse de polígonos regulares – triángulos, cuadrados, etc – los cuales podían circunscribirse por esferas cuyo tamaño se incrementaba conforme el número de lados de los polígonos se incrementaba. Si dichas esferas separaban entonces las órbitas de los planetas, conjeturaba Kepler, tal vez sus distancias relativas con respecto al sol y su número podían entenderse como reveladores, en un sentido profundo, de la mente de Dios.

“Porqué” era entonces significativo porque su respuesta revelaba un propósito para el universo. Hoy en día, entendemos que la pregunta carece de sentido. No sólo sabemos que no hay seis planetas, sino que además nuestro sistema solar no es único, ni necesariamente típico. La pregunta importante se vuelve: “¿cómo es que nuestro sistema solar tiene el número de planetas distribuídos tal y como están?” La respuesta a esta pregunta puede echar luz en la posibilidad de encontrar vida en otros lados del universo, por poner un ejemplo. No sólo “porqué” se convirtió en “cómo” sino que “porqué” ya no tiene ningún sentido útil, puesto que presupone un propósito para el cual no existe evidencia.

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