Loana está empezando a darle connotación a las palabras dependiendo del diminutivo o superlativo. De modo que sé que cuando está contenta soy papá, papi o hasta papacito, a veces también me llama por mi nombre, y aunque eso escandaliza un poco a sus tías y sus abuelos, a mí me encanta, porque imita a su mamá, y porque sabe que tengo un nombre y lo usa a la perfección. A su mamá también, mami, mamá, mamita, te quiero mucho mamá, etcétera. Pero si se enoja, si los sentimientos que siente hacia nosotros son negativos, entonces no sólo nos advierte que no nos va a convidar de sus dulces, cosa más o menos extraña porque no es como si tuviera dulces almacenados ni nada, sino que cuando obtiene dulces es porque nosotros se los damos; no sólo nos amenaza con que no nos va a invitar a su fiesta, lo cual no es tan sencillo porque como los organizadores es más o menos obvio que ahí vamos a estar, no sólo nos dice que está muy enojada, que ya no nos quiere, que la dejemos sola (la traducción literal del "leave me alone" que sería en realidad más un "déjenme en paz"), sino que además pasa a los insultos: "ya no te quiero mamasota" o "estoy muy enojada, papasote", y remarca la ese, y extiende el superlativo, para que se note que lo está usando sibilinamente, para ofendernos, y a mi musa y a mí nos fascina que nos lo diga, a duras penas guardamos la compostura, casi siempre le damos la espalda para poder reírnos lo más discretamente posible.
Por su parte Lucas ya está empezando a decir mamá, papá, Elvi (nombre de una de sus tías), y acaba de aprender a decir "vaca", cada que le enseñamos una postal con una vaca él intenta decir "vaca", y claro, no siempre le sale, es más, casi nunca le sale, pero lo intenta y es consistente, y se nota su esfuerzo por pronunciar los mismos sonidos con relación a una imagen. Recuerdo que con Loana estábamos todos a la expectativa, y decía "gu" y todo el mundo (sí, todo el mundo) a especular si había dicho agua, el principio de guayaba, gusano, gutiérrez, o lo que fuera. En cambio con Lucas, si bien ya no estamos ahí esperando, atentos para ver cuando dice alguna palabra, notamos cuando lo hace, se lo festejamos, y disfrutamos del momento sin tanto aspaviento, pero contentos de ver como aprende nuestro crío.
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