Que quede claro, yo no creo que el trabajo institucionalizado en un horario de oficina resulte más productivo en ámbitos creativos. Cuando estaba en Picnic era casa abierta, a veces llegaba a las doce del día pero me iba a la una o dos de la mañana, como desde las siete mi mente andaba efervescente y nadie interrumpía mi concentración. Pero ahora, como hay que coordinarnos en tiempo real y en conjunto, tiene mucho sentido estar todos en cierto horario. El normal, el del trabajo en oficinas en México, de nueve a seis con una hora de comida.
Desafortunadamente, el único que por lo general llega temprano es Óscar. Poco después de las nueve empiezan a llegar todos los demás desarrolladores. Como se supone que tendremos una junta matutina para empezar el día, que uno de los miembros del equipo llegue al cuarto para las diez supone una merma desastroza. Así que decidimos multarnos (sí, salió del equipo mismo) con un peso cada minuto tarde, dinero que es usado al final de la semana para comprar la comida.
Pero el tiempo no es igual para todos, como no podemos hacer la junta sin el manager, el reloj empieza a correr a las nueve sólo para él. Si él llega 10 minutos tarde pondrá 10 pesos en la alcancía. A partir de su llegada, el reloj empieza para los demás.
Cabe mencionar que este método ha funcionado tan bien (para juntar dinero), que siendo apenas miercoles ya casi llegamos a los 200 pesos.
1 comentario:
¡JA! :D
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