Ahora que sé que saldré del país recuerdo aquel entrañable invierno de principios del 2003 que partí hacia el verano Argentino. En esta ocasión parto de nuestro verano y llegaré al invierno brasileño. Uno de los tantos momentos que quedó en mi memoria de ese viaje fue una tarde con Yamila y sus amigos, haciendo un asado exquisito en una azotea cordobesa, en que debatíamos acaloradamente con respecto al sistema depredador capitalista y de cómo teníamos que hacer algo para salvar al mundo. En algún momento todos callamos, ligeramente inhibidos por nuestra falta de acción tácita, y fue en ese momento que se oyó, entre el rumor tranquilo de la pequeña ciudad platense, desde alguna otra azotea menos politizada que la que ocupábamos, la de La vida es un carnaval de Celia Cruz. Todos nos reimos algo descorazonados en una especie de complicidad hermosa.
Hoy en día, mi activismo consiste en desarrollar mi método individual de consumo, e impulsar al Software Libre que yo sepa que cumple con los estándares de calidad más altos, y me he enfrentado en debates a Luis, un compañero de la oficina acerrimo enemigo del movimiento libertador, que usa de bandera argumentos que él cree irrefutables: "El Software Libre es gratis, así que no hay para pagarle a quienes lo hacen, y lo que no es pagado suele ser de menor calidad que lo que sí es pagado".
Pero todos y cada uno de sus argumentos son falsos. 1. El Software Libre se vende, casi ningún proyecto empieza sin que haya un cliente de por medio. Que después de entregado al comprador un programa se publique como Software Libre y quede a disposición de algunos (afortunadamente cada vez más) gurús esparcidos por el mundo (que podrían aportar mejoras y retroalimentación al proyecto) es distinto de decir que es gratis, y 2. Como en cualquier mercado hay proyectos que aprovechan el voluntariado y remuneran simbólicamente o no remuneran a algunos de sus participantes, pero lo que se hace como hobby no necesariamente es menos profesional que lo que se hace cuando existe un gran botín que dividir. De hecho hay muchos ámbitos en los que prefiero a la voluntad de los participantes libre, que pagada.
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