Mañana cumple mi musa 40 semanas de embarazo y Lucas todavía no sale, y/o entra. Es salir del vientre de mamá, pero es también entrar, llegar, venir a la vida. En el hospital, en la revisión le dijeron a mi amada que nuestro crío podía incluso tardarse 41 semanas, pero que tiene que ir el lunes para que le hagan unos estudios y con base en ellos decidan si dejan al huraño Lucas en la panza de mamá hasta después de cumplidas las 41 semanas, o si lo sacan antes. Yo creo, sin embargo, que el bebé nacerá en uno de los siguientes cuatro días; no hago quinielas ni nada por el estilo porque al menos dos de mis cuñados son tan suertudos que seguro me despelucan.
Sea como sea, en el trabajo desde el viernes terminé todos mis pendientes, con lo que tal vez ahora me asignen pequeñas tareas que me tomarán el día, previendo que en una de esas me tome mis días de paternidad y mis merecidisísimas vacaciones. En la casa, gracias al síndrome del nido que le dió desde hace unos meses a mi amada, ya también está todo listo para los primeros tres meses, tenemos la ropita, los pañales, las pomadas, los jabones y hasta la cuna. Sin contar con una serie de asuntos domésticos que mi compañera fue resolviendo. Así que ahora, el caos que se viene será solamente el del cuidado del bebé y de Loana (¿Solamente?). La ventaja es que Loana va a la guardería gran parte del día, así que al menos por unas ocho o nueve horas sólo tendremos que lidiar con el crío.
6 de noviembre de 2011
¿Llegará a las 41?
Etiquetas: reflexiones - Publicó persona.vitrea a las 09:00
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