3 de noviembre de 2011

Nada que ocultar, dicen

En internet todos te espían, todos buscan que les des tus datos, todos quieren tu ubicación, todos quieren saber tus gustos, tus preferencias, tus relaciones, tus amores y tus aficiones. Todo, según los proveedores de servicios gratuitos, para dar un mejor servicio, para entregarte la información más precisa, para personalizar mejor, etc. Y sí, eso es hasta cierto punto verdad, pero también es cierto que los que acumulan y analizan toda esa data no siempre son las personas más honestas del planeta, y si se presenta la oportunidad de hacer negocios con alguna empresa que ofrezca un buen monto por la información para mercadear mejor sus productos, la venderán sin pensárselo dos veces.

Todos los internautas, o casi todos (que sin ser lo mismo es igual), lo saben y el grado de preocupación cubre un amplio espectro desde aquel al que no le importa un bledo y suelta toda la sopa porque opina que "no tiene nada que ocultar", hasta aquel que usa pseudónimos, no se inscribe a ninguna red social, falsea sus datos, y mantiene conversaciones encriptadas con sus amigos. Yo no estoy de acuerdo con el primer tipo, al que denominaré "valemadrista", aunque simpatice con ese supuesto "no tener nada que ocultar". Hay un pdf que explica cosas de privacidad y porqué esa visión no es tan válida como parece, ya que la conveniencia de ocultar cierta información siempre es circunstancial. Es más, ahora que lo pienso, no estaría mal traducir ese ensayo acá en el bló.

Simpatizo más con los "paranóicos" que creen que es personal, que las empresas de internet van en contra de ellos específicamente, y prefieren no dar ningún dato y mantener un low profile. Eso me recuerda una anécdota que leí en un libro de Umberto Eco (no recuerdo cual, ni con exactitud la historia), en la que llegan los santos apóstoles a una casa y le preguntan a un mozo que cómo se llamaba el dueño, el mozo les dice, los santos llaman al dueño y le pregunta algunas cosas, le hacen un milagro, le regalan algo y se van, acto seguido el dueño agarra a palos al mozo porque los nombres son cosa delicada que no se puede andar dando a cualquiera. Sí, en Italia, las ciudades estaban en guerra entre sí, se inventaron sus propios dialectos para detectar a los intrusos, y los nombres propios eran cosa privada que no debía darse a nadie.

Cambiando de tema pero no tanto, absorto escribió una calavera para Richard Stallman, y alguien respondió triste por el deceso... Verifiqué y en realidad no hay noticias de la muerte del santo, con lo que creo que la calaverita fue tan sólo un ejercicio literario, no la comunicación de un evento real. De todos modos, cuando investigué sobre San IGNUcious, me enteré que en su blog, tras la muerte del Esteban Chambas RMS se pronunció en contra de todos los aparatos de Apple, por violar la privacidad de sus usuarios (link).

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