24 de noviembre de 2011

No se dejen tranquilizar

Cronología médica de Lucas:

  • El lunes 14, a dos días de nacido, lo metimos a bañar a su tina, al sacarlo y envolverlo en la toalla se hizo pipí, y en la toalla quedó una mancha rojiza que nos hizo pensar en sangre a mi musa y a mí, así que agendamos cita con el pediatra al día siguiente.
  • El martes 15 Lucas volvió a hacer pipí, o más bien se bañó con pipí, y en su playerita quedaron residuos que parecían polvo de ladrillo, o, como dijo mi amada, de ese maquillaje llamado rubor, y le llevamos la playerita manchada al pediatra, el cual ordenó un EGO, un urocultivo, un examen de sangre y una prueba de coagulación, por lo que,
  • El miércoles 16 fuimos a primera hora al laboratorio y solicitamos los estudios; para los de orina estuvimos horas intentando hacer mear a nuestro crío sin resultados, hasta que finalmente salió una muestrita que casi casi alcanzaba solamente para uno sólo de los estudios, pero que la estiraron y sí lograron hacer los dos. Para los de sangre nos dijeron que teníamos que llevar al bebé con al menos tres horas de ayuno, así que ese día no pudieron sangrarlo.
  • El jueves 17 fuimos temprano a que le sacaran sangre y Lucas lloraba más de hambre que del dolor, pero la toma fue más o menos rápido y salimos pronto a que le dieran su chichi. Ese mismo día por la tarde salieron los resultados del EGO, se los mandamos al pediatra vía mail e inmediatamente le saltó que hubiera proteínas, así que nos canalizó con una nefróloga pediatra del hospital privado infantil, con la que hicimos cita para el viernes.
  • El 18 fuimos a la cita con la nefróloga, revisó los resultados de los análisis, y nos dijo que ella necesitaba otros análisis más finos para saber qué estaba pasando, así que el sábado 19 otra vez con Lucas en ayunas a sacarle más sangre, y a hacer que orinara en una bolsita de plástico.

Mientras tanto su pipí había dejado de tener residuos, con lo que me hice a la idea de que probablemente todo se había debido a ligeros problemas de arranque de su riñoncito, y que nos iban a decir que siempre no tenía nada...

El martes 22 fuimos por los estudios, los entregamos a la doctora, los revisó, sacó su calculadora y estuvo haciendo algunas cuentas, y al final nos dijo que Lucas tiene acidosis tubular renal distal e intentó explicarnos el significado de tan rebuscado nombre sin demasiado éxito, nos dijo que había que tratarlo con bicarbonato de sodio, y estar revisando periódicamente niveles de varios químicos tanto en la sangre como en la orina. El mal que tienen m'hijo es genético, y probablemente tenga que consumir bicarbonato y citratos por el resto de su vida tres veces al día (excepto si su riñón empieza milagrosamente a dejar de quitar de la sangre el bicarbonato de sodio, útil en un montón de funciones corporales), pero fuera de eso, y gracias a que lo detectamos tan temprano, no hubo consecuencias y vivirá una vida relativamente normal.

A todo esto, mi consejo a los papás que detectan algo raro en sus bebés es: no se dejen tranquilizar porque el síntoma desaparezca en un par de días, vayan a su pediatra, pidan que se hagan los análisis que descarten cualquier anomalía, de lo contrario podrían estar afectando el futuro desarrollo de sus hijos. En nuestro caso podríamos habernos tranquilizado cuando cinco días después de nacido, Lucas dejó de mostrar residuos en la orina, pero hoy en día tendría una enfermedad sin detectar y sin tratar, y las consecuencias de la acidosis tubular renal pueden ser desde leves, hasta gravísimas.

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