18 de noviembre de 2011

Procrastinación estructurada (2 de 2)

En este punto podrías preguntarte, "¿qué hay de las tareas importantes hasta arriba de la lista, aquellas que uno nunca hace?" Es cierto que ahí hay un problema potencial.

El truco está en elegir el tipo adecuado de proyectos para la parte superior de la lista. Los tipos ideales de cosas tienen dos características, primero, parecen tener tiempos límite claros (pero en realidad no los tienen). Segundo, parecen espantosamente importantes (pero en realidad no lo son). Afortunadamente, en la vida abundan ese tipo de tareas. En las universidades la vasta mayoría de las tareas caen en esa categoría, y estoy seguro que lo mismo sucede para la mayoría de las demás grandes instituciones. Tomen como ejemplo el punto que está hasta arriba de mi lista justo ahora. Este es terminar un ensayo para un volumen de filosofía del lenguaje. Se suponía que tenía que estar listo hace once meses. He logrado hacer un enorme número de cosas importanes como modo de no trabajar en el. Hace un par de meses, fastidiado por la culpa, le escribí una carta al editor diciéndole lo apenado que me sentía por estar tan atrasado y expresando mis buenas intenciones respecto de ponerme a trabajar. Escribir la carta fue, por supuesto, un modo de no trabajar en el artículo. Resultó que en realidad no estaba mucho más atrasado que los demás. ¿Y qué tan importante es este artículo de cualquier modo? No tan importante como para que en algún punto algo que parezca más importante no llegue. Entonces me pondré a trabajar en el.

Otro ejemplo son los pedidos de libros. Escribo esto en junio. En octubre daré una clase de epistemología. Los pedidos de libros ya están atrasados para la librería. Sería fácil tomar esto como una tarea importante con una fecha límite apremiante (Para ustedes, no-procrastinadores, les hago constatar que las fechas límite se empiezan a volver de verdad apremiantes una semana o dos después de que se cumplen.) Recibo recordatorios casi a diario del secretario del departamento, los estudiantes algunas veces me pregutan con respecto a lo que leeremos en clase, y el formulario de pedido está ahí, justo en medio de mi escritorio, debajo de la envoltura del sandwich que comí el miércoles pasado. Dicha tarea está cerca de la cima de mi lista; me molesta y me motiva a hacer otras cosas útiles aunque superficialmente menos importantes. Aunque de hecho, la librería en este momento está sumamente ocupada con formularios que fueron llenados y enviados por no-procrastinadores. Yo puedo enviar la mía a mediados del verano y las cosas estarán bien. Sólo necesito ordenar libros conocidos y populares de editoriales eficientes. Aceptaré algunas otras tareas, aparentemente más importantes, en algún momento entre hoy y, digamos el primero de Agosto. Entonces mi psique se sentirá cómoda llenando el pedido como modo de no hacer esas nuevas tareas.

El lector perspicaz podría sentir en este punto que la procrastinación estructurada requiere cierta cantidad de auto-engaño, puesto que uno está de hecho constantemente perpetrando un esquema piramidal sobre si mismo. Exacto. Uno debe ser capaz de reconocer y comprometerse con tareas que tienen una importancia inflada y un tiempo límite irreal, haciéndose creer a uno mismo que son importantes y urgentes. Este no es un problema, porque virtualmente todos los procrastinadores tienen también habilidades de auto-engaño excelentes.¿Y qué podría ser más noble que usar una falla de caracter para contrarrestar los efectos negativos de otra?

por John Perry: Sitio diseñado por la nieta del autor, quien hizo este trabajo mientras evitaba la tarea más pesada de su examen de literatura.

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