11 de noviembre de 2012

Marigold hotel mejor el exótico

Hace no mucho vi una película de viejitos, no para viejitos, sino de viejitos que prácticamente agotaron sus posibilidades en inglaterra, ya sea por negligencia propia, de los hijos, o del difunto cónyuge y se van a la India, a un hotel que se hace publicidad en internet y se vende como una especie de paraíso indú con todos los servicios. Los personajes llegan y se encuentran con un edificio viejo, polviento, sucio, un poco derruído, donde funciona menos de la mitad de lo que hay, pero tienen a un anfitrión que se esfuerza muchísimo por hacerles pasar un buen rato, o por lo menos por convencerlos de que la cosa no está tan peor. Uno de sus dichos, que me hizo reír bastante, es que su padre solía decirle que "Al final todo va a estar bien", así que si la cosa todavía no está bien, es que todavía no es el final...

Entre los personajes se desarrollan ciertas historias de amor y de superación personal; porque a pesar de ser ancianos siguen buscándole sentido a la vida, y creo que así es, que siempre estaremos intentando hacer cuadrar este espacio/tiempo de locos que a todos nos toca vivir. Es una película que me gustó mucho porque no tiene finales felices para sus personajes, pero sus personajes tienen uno que otro momento feliz; lo demás es devenir, es lucha, es búsqueda, y qué bueno que así sea; pues no creo que nunca, nunca, nunca nadie de verdad acabe de resolver el rompecabezas de lo que es estar vivo. Y si alguien lo resuelve, todo está bien, pero ya es el final.

Otra cosa que me gusta es que en toda jornada, en todo viaje, en toda cotidianidad, hay enfrentamientos con nosotros mismos. Con mucha frecuencia nos sometemos o dejamos someter por cuestiones de conveniencia, pero llega un día en que nos revelamos, aunque sea momentáneamente. O también podría ser que nunca antes hubiéramos hecho algo, y no hablo de algo tremendo como enfrentar a un tigre, no, algo trivial, algo que todo mundo hace, como trabajar, por ejemplo, y llega un día en que rompemos con el patrón, rompemos con quienes somos. Y son ese tipo de detallitos que hay en la película, no acción, no dramas para cortarse las venas, no efectos especiales, pura humanidad. Y por supuesto está el toque de la vejez, que nos manda un mensaje más, y es que no hay edad para arriesgarse, no hay edad para intentar, no hay edad para el amor, etcétera... Pero los "jóvenes" haremos bien en hacerlo todo ahora, y no esperar hasta ser viejos, porque recuerden, esa es una película, su tarea es dejarnos contentos, pero eso no quiere decir que mientras más edad vaya a ser más fácil ni mucho menos, así que, como decía el profesor de La sociedad de los poetas muertos: carpe diem.

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