28 de noviembre de 2012

Savater y la "piratería" (13 de 13)

De hecho, hay muchas estrategias para entregar contenido de forma gratuita en internet, y al mismo tiempo lograr vender ese mismo contenido, y ofrecer junto con lo que ya se dio gratis algunos otros detalles adicionales no-piratebles como incentivo para que te compren tus productos. Hay quienes ofrecen tres capítulos del su libro gratis, una copia digital completa del libro en 20 dólares, y una copia impresa y autografiada por el autor en 100 dólares, y funciona. Vamos, que sólo es cosa de pensar e imaginar, de ser creativo, y explotar mejor la internet para sacarle provecho sin estar ahí acusando a quienes descargan los contenidos de malditos inmorales corruptotes.

En pensamientos posteriores se me ocurrió también que, por ejemplo, ¿cuál sería el castigo para alguien que tuviera una mente privilegiadísima y lograra aprenderse, digamos, Ética para Amador (entre otros libros) de memoria tras haberlo leído de una copia legítimamente comprada en una librería, y luego lo recitara en público o para sus amigos? Es decir, suponiendo que dijera que lo que está a punto de decir viene del libro fulano, escrito por Fernando Savater, en la página equis, y reprodujera de manera exacta, íntegra, un capítulo hoy, otro mañana, otro más pasado mañana, etćetera. ¿Estaría incurriendo en alguna especie de delito? No se habría robado nada, no negaría la autoría de nadie, ni plagiaría nada, sus "lecturas" serían en su mayoría privadas, y alguna que otra pública por petición de sus conocidos, y serían por placer y por compartir, sin ningún tipo de lucro. ¿Se trata aquí también de robo?, si sí, ¿por qué?, y si no, ¿cuál es la diferencia entre tener una mente privilegiadísima como esa, y una prótesis como una computadora para guardar textos para nuestro uso personal?

Y ya para finalizar, en Los invitados de la princesa, última novela de Savater, hay un texto llamado Examen de selectividad en el que la protagonista es una viuda madre de una hija que se clava irremediablemente en internet. La mujer se preocupa por su cría porque empiezan a bajar sus notas del colegio, y a ese ritmo reprobará el examen para entrar a la universidad. La hija no le da importancia y sigue metida en su mundo virtual, hasta que la mamá llega con una lista de sitios que cree que podrían servirle para el examen a la joven. Al final la hija mejora sus calificaciones pero el precio por esa mejora es misterioso y oscuro. La hija está metida en una especie de grupo "de estudio" que tiene trazas de secta religiosa, negocio de multinivel, o grupo paramilitar. La cosa es que eso en lo que se metió es extremadamente ambiguo y la mamá no sabe si su pequeña adolescente está metida en algo feo, grave, peligroso o qué demonios. Antes del desenlace la protagonista se mete al sitio web de ese "grupo de estudio" y trata de registrarse falsificando sus datos con intenciones de ingresar al sitio para ver de qué se trata. Es rechazada, y su angustia crece. Pero, y aquí sí me va a perdonar Savater pero eso no es verosímil, la rechazan y deja la cosa ahí, no googlea, no busca opiniones de otras personas en internet, no revisa foros ni blogs ni agencias de noticias, no trata de entender en qué falló cuando intentó registrarse para volverlo a intentar si no desde su casa sí desde algún café internet. Es decir, su hija anda en algo, ella está angustiada, hay un problema de comunicación y no se atreve a preguntarle a fondo a la chica, empieza a investigar pero se conforma ante el primer rechazo a pesar de los indicios de algo posiblemente neonazi o religiosoide. Para este momento de internet no me cuadra esa actitud. De menos pensarás: "vamos a ver qué dicen en el mundo de esta página web"; y a googlear, ¿no?

2 comentarios:

Javier dijo...

La verdad es que diría que, haciendo una interpretación estricta de la ley, si un tipo con una memoria fuera de serie se aprende un libro de memoria y lo recita en público al pie de la letra, es exhibición pública y por lo tanto una violación de la propiedad intelectual.

Ahora bien, si sólo recita un trocito podría acogerse al derecho de cita y no se consideraría violación. Sin embargo, ¿qué cantidad de texto (o recital, en este caso) es "cita" y cuál violación de derechos? Eso es algo muy ambiguo, y - al menos en las legislaciones europeas - dónde acaba la cita y empieza el abuso es algo que sólo puede decidir un juez.

Astrid Perellon dijo...

Lo más curioso de todo es que la historia de la chica que está en un extraño grupo de estudio me llegó hasta la médula porque estoy precisamente en el Curso Propedéutico para cursar en la UNAM en la modalidad de Educación a Distancia.

Y digo que me llegó porque en cuanto pase más tiempo frente a la compu, haciendo migas con los colegas y entendiéndome con mi Asesora, puede parecer el mismo caso.

Gracias por la recomendación y googlearé sobre la Educación a Distancia, jajaja (no vaya a ser).