Voy a la mitad del librito The Scars of Evolution de Elaine Morgan, escritora feminista agudísima y promotora de la teoría del mono acuatico. Según ella, hay demasiados defectos en la teoría del cazador grupal de la sabana, hay muchos errores en la fisiología del mismo homo como para que fuera apto para sobrevivir en ese ambiente, ya no digamos gestarse ahí. Explica que quienes tratan de describir el desarrollo del hombre, parten de la premisa de que se creó guerreando con otros animales más aptos en las planicies africanas. De ser así, seríamos otra clase de animales.
Luego debate con todos los teorícos terricolas las distintas características una por una, ¿porqué andamos a dos patas?, ¿porqué estamos desnudos?, ¿porqué aprendimos a hablar?, y ¿porqué nos creció tanto el cerebro? Todavía no leo la última parte, pero con respecto a nuestro andar y nuestra piel, me parece super contundente. La fuerza de gravedad tiene una dirección, y los seres terrestres se adaptan a ella andando a cuatro patas; si en cambio nuestros antepasados tenían que pasar gran parte de sus vidas con el agua de la cintura al cuello, durante algunos cientos de milenios, ¿cuál habría sido la postura promovida por la tan famosa selección natural? Del mismo modo, por ser acuáticos tanto tiempo, al igual que los hipopótamos, los manaties, y otros animales entre pantanosos y marinos, perdimos pelo y acumulamos grasa (aislante y flotador).
No sé porqué me gusta hablar de esos seres como un momento evolutivo mío, o nuestro. Como en aquella camioneta llena de stickers que vi en EU, uno de ellos rezaba: "I didn't crowl all my way up of my food-chain to eat vegetables only", como si ese wey hubiera estado hace 400mil años, o si fuera el heredero de esa larguísima y falsa lucha en la sabana africana.
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