¿La muerte bella?

Creo que se sataniza demasiado a la muerte, ya desde la religión: elaborando toda una justificación y consecución; ya desde el que cree en un fin definitivo: todo se acaba, se dispersa el ser. En algunas casas o en ciertas compañías es un tema tabú. Siempre hay un matiz negativo, porque estamos desde la vida más o menos plena, desde donde hemos aprendido a disfrutar de detalles, de lo sublime, lo magnífico, lo terrorífico y también de lo bello.

U.E. en Art and Beauty in the Middle Ages pone de relieve la idea de bello entre los medievales tardíos. Los trascendentales metafísicos de los escolásticos son: la unidad (unum), lo verdadero (verum) y lo bueno (bonum); y se relacionan con las causas funcional, formal y final, pero lo bello (pulchrum) según San Bonaventura, en 1250, "incluye a todas las causas y es común a cada una...", tiene que ver igualmente con todas ellas. Está buenísimo.

Sin embargo, ¿no habrá instancias no límite en que la muerte se pueda ver como algo bueno?, por instancias no límite me refiero a situaciones lejanas del que está sufriendo un dolor insoportable, ya físico o del alma. Incluso, lejos de quien se sabe cobarde y está frente al inquisidor y quisiera morir para no delatar a sus amigos ni pasar por la tortura. Incluso, lejos de la vida insignificante y solitaria, sin afectos ni hazañas, ni conocimientos ni destellos. Incluso lejos de la decrepitud o la senilidad.

Saber apreciar la propia vida puede hacerlo prácticamente cualquier animal o ser vivo, pero estando vivo, saber apreciar la propia muerte y encontrarle belleza ¿es posible? Digo, estando en la que creo la cima de la curva de mi vida, el momento medio promedio, ¿cómo puede ser positivo que me llegara hoy hoy hoy la desdichada pelona?, no lo sé ni de mentiras, pero debería poder encontrar un algoritmo interior que me permitiera morir en paz en donde sea que la sombra decida tragarme. Mientras tanto, viviré en el temor de la fatalidad más o menos lejana e inevitable.