8 de septiembre de 2007

Los escritores que valen

A raíz de ver anoche la de Vírgenes Suicidas, me atormentaron ciertas ideas de toda la vida y estuvimos conversándolas el resto de la noche. La niña de trece años, la que se mata primero, es la que mejor muestra el hastío de esa vida miserable, aisladas y reprimidas, pero también el de la vida en general. Le pregunté a D que ella, ¿cuándo se había dado cuenta por primera vez de que la Vida, con mayúscula, era un gran sinsentido o una gran farsa?, porque luego, ya se sabe, es una sensación intermitente tan natural y recurrente que hasta la bautizaron como bipolaridad y le asignaron el estatuto de enfermedad.

Habrá quién me diga que nada las justificaba, independientemente de las condiciones en que estuvieran, porque además, ya se sabe, hay quién tolera estóicamente situaciones peores. Pero las justificaciones las necesita quien hace un daño a otros, mayor que el que recibe él mismo, al momento de perpetrarlo... En fin, yo empaticé muchísimo con ellas, y aunque sentí gran tristeza por ese acto de autoeliminación de seres con tanto potencial, también pensé que de esa forma se habían "jodido" a sus papás, a la sociedad y a dios, similar a Gragnola en La misteriosa llama.

También pensé (aunque esto ya hoy por la "mañana"), que todas las veces que yo he tenido la sensación de que del todo, nada vale, me han rescatado grandes escritores, que aunque ya hace mucho estén muertos, desde la tumba me hacen guiños, me enteran de que tampoco en sus épocas era un lecho de rosas, y que la estupidez siempre anda rondando, pero que precisamente en ciertas elevadas y solitarias cumbres, la vida vale, todavía vale.

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