Un día, D me comentó que ella se ofrecería de voluntaria, para padecer un cachito de lo que llegara a atormentar a sus seres queridos. Pensando en que distribuyéndolo sería más tolerable para quien fuera directamente afectado. Fue así como llegamos a pensar en cómo sería, si yo sintiera su dolor y ella el mío.
Cada mes, por miedo de sentir dolor en mi vientre, yo le tendría las pastillas listas. Ella no me dejaría que me aguantara el dolor de muelas hasta perderlas; yo acudiría al dentista por consideración más que por salud. Tras una operación, los dos convalesceríamos igualmente inválidos en la cama, independientemente de quién haya sido el paciente. Etc. Pero acabo de explicar tan sólo las desventajas.
¿Hay ventajas?, claro, el dolor se reduciría a la mitad en todos los casos. Sí, sería más frecuente, pero con intensidad menor, y creo que esa ya es una gran ventaja. ¿Y si esta cualidad de compartir el dolor fuera voluntaria o hacia los afectos más cercanos?, ¿si la carga del dolor pudiera repartirse entre muchos, pongámos entre diez?, ¿qué seríamos?
Preguntas laterales: Está bien sentir una fracción del dolor de muelas de alguien, pero ¿se podría identificar el origen?, esto es, ¿de quién es el dolor de muelas?, ¿y si voy yo al dentista y la caries la tenía otro? Y también, ¿Se compartiría de igual modo el sufrimiento existencial? Ocio puro.
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