Diana es gran fan de Sabina, y ahora también de Serrat. De regalo de cumpleaños le compré un par de boletos (hasta arriba pero en medio) para el último concierto. Llegamos y nos compramos dos cervezas cada uno mientras sonaba la primera llamada, y en las siguientes dos llamadas nos alcoholizamos apresuradamente. Adentro, intentamos grabar video pero la falta de oficio pirata hizo que no sólo nada quedara a foco, sino que además, el lente nunca se dirigera hacia el escenario. El concierto: divertido, íntimo, entregado y emocionante. Se comprenderá que yo no soy gran fan, pero ver a mi amada brillando derretida me derrite, y tampoco es como si esa música me resultara desagradable, tiene sus méritos y sus dificultades y es un esfuerzo artístico que se agradece. Aunque al final, con la cerveza reventando mi vejiga, mi agradecimiento para con los agradecidos bis no fuera la misma que al principio.
Terminamos de leernos Del lado de allá, de Rayuela, y empezamos a explorar la intimidad de los Tráveler. Sencillamente delicioso. Me pregunto, si el disfraz del perseguidor no estuviera cubriendo una huida, pero ¿quién no?
El sábado Diana y yo fuimos con Caty, Lucila y Rodrigo a la exposición de René Burri, en el Antiguo Colegio de San Ildefonso. No sé mucho de fotografía o de fotógrafos, y mi ojo es bastante burdo, aún así puedo decir que me gustó mucho el uso de la profundidad, y los contrastes, y el foco en un punto dado preciso y cristalizador. Luego fuimos a casa de Rodrigo, y estuvimos palomeando sin ninguna habilidad la de Just Like Heaven de The Cure hasta altas horas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario