En este momento hay seiscientos profs en huelga en un colegio demandando mejoras salariales mayores a las ofrecidas por sus empleadores. Este juego simula una posición de poder de un grupo (o nos dan más o se detiene la producción del conocimiento), mientras que afirma tácitamente la de los empleadores. ¿Por qué? Pues porque si las autoridades logran disolver la huelga con un 1% más de lo que ofrecieron originalmente, ganan y se mantienen con las riendas, mientras los huelguistas regresan a la sumisión de sus puestos sin haber logrado mucho.
Hay que ver también los objetivos. Nunca he sabido de una huelga que busque la quiebra o el cierre del lugar en que laboran sus miembros. Tampoco de alguna que busque derrocar a los dueños, gerentes o directores para cambiar profundamente la estructura administrativa o la de reparto del dinero (¡Entraría el ejército!). Casi siempre se clama por un aumento equiparable con la inflación u otros indicadores "justos", para dejar las cosas como estaban y regresar a lo conocido del viejo empleo, a la zona de seguridad.
¿Cómo debería organizarse un movimiento que fortaleciera a los grupos no poderosos, y sustrajera el reconocimiento a las élites? En principio debe ser un movimiento que ni siquiera trate con los jefes, algo que el grupo haga para beneficio propio, de manera horizontal. La idea no es hacerlos más fuertes para mejorar las posibilidades en la siguiente huelga, sino para ir rompiendo la dependencia económica que hace que se hagan esos simulacros de negociación entre poderes desiguales. Una vez rota dicha dependencia, los individuos participantes podrán decidir más según su conciencia y su moral que según el tiempo que les quede de alimento para sus familias en el refrigerador.
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