Hace poco, en el trabajo ordenaron tortas e hicieron una dinámica de "integración grupal": llevaron una película de acción (como cuando algún papá pone el partido de fucho para "convivir" con sus chamacos). El nombre de la cinta es irrelevante, trata de un tal Artorius (Arturo), capitán de un diezmado cuerpo de caballería "de élite" que todavía en el siglo V custodiaba el muro de Adriano para los Romanos. En el cuento los caballeros están a punto de obtener su Libertad después de quince años de servicio recién cumplidos, pero llega un obispo y les encarga una última misión. La película es malísima, los personajes tienen fija la idea de Libertad y la reclaman y hacen berrinche (sin rebelarse) mientras afrontan a peligros y enemigos hasta que por fin se las dan (la Libertad). Todo diálogo la nombra. Al final, una vez recibido el tan deseado descargo para volver a sus familias de infancia, prefieren permanecer heróicamente y morir en batalla bajo el mando de su antiguo capitán, el cual, ya que los romanos se marchan, ha decidido hacerle frente al ejercito sajón invasor para defender a los woads, pueblo céltico nativo del que proviene la chica con la que finalmente se casa. Al final final (es decir durante la boda), entre vítores y clamores de Libertad a todo pulmon, el pueblo lo nombra contradictoriamente monarca: el Rey Arturo...
Bah, el uso excesivo, contradictorio y justificador dado en ese churro a la palabra "libertad" es ridículo, son producciones como esa las que me hacen entender que se desdeñe sarcásticamente a quienes hablan de ese complejo concepto. Sin embargo no por ello es un campo semántico desdeñable, la susodicha palabra representa algo mucho más profundo que las ganas de hacer o no alguna actividad, habla de lo humano y su desapego a lo meramente-instintivo.
Por otro lado, acabo de leer El valor de elegir, libro generoso, razonado y razonable en el que también se habla de la Libertad, aunque con sensatez inversamente proporcional al del bodrio visto en la oficina. Confirmo con cada obra de Fernando Savater, mi afinidad con sus temáticas y sus reflexiones. El texto tiene dos partes: Antropología de la libertad (palabra que casi no usa), en la que habla sobre el humano como ser práxico (que actúa), sobre la elección, las incertidumbres, lo voluntario e involuntario, las razones, la conciencia, etc; y Elecciones recomendadas (ámbitos en los que ejercer la libertad), parte en la que se pronuncia por la verdad, el placer, la política, la educación cívica, la humanidad y lo contingente. Un libro que recomiendo ampliamente y al que volveré seguido para digerirlo mejor.
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