El último día de guardería hubo un festival al que, como era mi primer día de vacaciones, asistí para ver a mis críos disfrazados de personajes del nacimiento. Tanto Loana como Lucas, y como la mayoría de los chamaquitos, hicieron no lo que les habían estado enseñando las últimas dos semanas, sino lo que se les vino en gana. Así que cuando las "misses" (yo no sé porqué les dicen misses, ni que estuviéramos en los EU, y ¿qué no miss es equivalente a "señorita"?) los trataron de reunir para que bailaran e hicieran la representación de la pastorela, se hizo el caos.
Algunos niños se pusieron a berrear, otros corrieron a los brazos de sus papás o mamás, otros más intentaron seguir las instrucciones pero entre los que corrían y los que lloraban, confundían más a todos. Al final yo tuve que pararme en el "escenario" cargando a Loana para que al menos apareciera en la obra. Al final hubo convivio y comimos tostadas y bebimos ponche. El ponche lo hice yo, con una receta encontrada en internet, y todos los que lo probaron expresaron su agrado.
El recuerdo de ese caos infantil, no sé porqué, me llena de sensación de sinsentido.
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