En el baño de la oficina leí Farenheit 451 de Ray Bradbury, una novelita distópica sobre una sociedad dedicada al embrutecimiento, que ya no lee ni por accidente, es más leer está prohibido porque causa tristeza. Así pues, desde que los edificios se construyeron a prueba de fuego hace generaciones, los bomberos se dedican a detectar a quienes tengan libros para ir a sus casas a quemar las infectas fuentes de depresión. La historia es acerca de un bombero apellidado Montag que debido al contacto con una chica misteriosa (Clarisse) empieza a dudar de su misión.
Se agudiza su duda cuando Clarisse desaparece y una mujer se aferra a tal grado a sus libros que arde con ellos. A partir de ahí es de bajada, ya no cree, se alía con un viejito amante de los libros que le da un radio auricular diminuto para estar comunicados y conspirar. Montag actúa torpemente (saca del closet libros que, en lugar de destruir, había confiscado durante sus misiones) y se delata. En su trabajo ya saben que es peligroso, suena la alarma y salen de la comandancia a su casa, avisados por su esposa. Entonces... Ansia de desenlace: arrinconado, Montag incinera a su jefe, destruye al sabueso electrónico de los bomberos, y huye de la ciudad tras una angustiante persecución. Se va a refugiar al campo donde está "la resistencia", personas que vagabundean exiliadas como él, que sabían que llegaría porque al lado de la fogata en la que calientan sus manos tienen televisión y vieron la persecución (y la captura de un chivo expiatorio) en vivo. Individuos que conservan cada uno un libro en la cabeza para trasmitirlo a otros (y así sucesivamente), hasta que sea posible volver a imprimir. Al final pasan unos aviones enemigos (claro, están en guerra) y destruyen la ciudad de la que salió por patas el personaje principal.
Bien me comentó Óscar, que esta clase de autores no se toma cinco años en describirse (y crear) un mundo (como Eco), sino que lo van improvisando y el desarrollo en él se siente forzado. Coincido con él, el cuento está chafón, y según esto aleccionador... Pero entretenido y fácil de digerir.
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