Porque en la tele hay pura mierda, y ni siquiera he tenido que prenderla para saberlo. Porque es tarde y espero su llegada. Porque nacen todos los años millones de flores. Porque libertad no equivale a impunidad ni a evadir las consecuencias de las propias acciones. Porque si las cooperativas fueran como me las imagino, no entiendo cómo es que no ha cambiado radicalmente el mundo. Porque hay que levantarse en las mañanas temprano, sin importar si quiero o no. Porque en programación tengo mucho que aprender y hacer. Porque la vida es breve, los sabios mueren, las bibliotecas se queman. Porque existe el impulso a dejar algo dicho. Entre muchos otros porqués, es por lo que pretendo seguir bloggeando.
Es hábito, adicción y paliativo. Después de 200 textos casi seguidos, ya es obvio que se trata de una actividad habitual, que desarrollo y me desarrolla (se me ocurre que desarrollar es igual que descarrilar pero para lanchas, duh) conforme sigue. También se ha vuelto una especie de adicción, algo que si no he hecho un día, no me deja dormir, y por lo que he dejado de ir a algunos lugares al lado de mi amada o mis amigos. Pero es también mi paliativo in-mortal, ya que ante la abrumadora aniquilación inminente, sólo la sensación de haber hecho algo bello o digno es reconfortante, yo me conformo con haber hecho lo mío, chapucero y ridículo, pero legible y mío.
1 comentario:
Este post te quedó chido.
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