Todo estaba en el status quo mencionado con anterioridad. De repente, sin iluminaciones súbitas, sin ninguna modificación sustancial a mi código ni nada por el estilo, una mañana llegué a la oficina y probé (esperando el ya para entonces conocido mensaje críptico de error) mi pedazo de la aplicación: el infeliz dropdown-menu funcionaba perfectamente. El error no estaba de mi lado, sufrí una semana y media en vano. El constructor de la clase que estaba usando para contactar a la base de datos había sido modificado por uno de los compañeros del equipo, para que cumpliera con más fines de los que se habían requerido inicialmente. Eso rompió la parte que yo necesitaba y por más que me quebré la cabeza, no supe lo que ahora sé sino hasta mucho después, cuando alguien más metió mano y reparó el problema que me detenía. Ese mismo día terminé otro formulario, una tabla y otras cuantas funcionalidades básicas.
Hoy inicia la semana final del proyecto, tendremos que entregarlo el 20 (en domingo, cómo no), con lo que no sé ni a qué hora saldré estos días de la oficina. Según esto se vienen otros dos proyectos pesados como en el que estamos, además de uno del que nada sabemos aún, pero que me preocupa particularmente porque hablaron de estar viajando hacia Monterrey, y a mí RegioYork no me atrae en lo más mínimo. A ver qué sucede, el destino es retorcido y caprichoso. A controlar lo que me compete y está en mis manos hacer. Oportunidades se asoman al horizonte, siempre es tiempo de estudio, y siempre es tiempo de acción.
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