Este es el post trece de este año, o el 194 desde que empecé a bloggear, cientonoventaycuatro páginas, si fuera un libro ya sería de un centímetro de grosor, pero para un libro se necesita contenido de mayor calidad y mejor orientado, con un hilo conductor y muchísimo contexto adecuadamente fermentado. Por lo tanto este esfuerzo es mucho más humilde. Por como voy, si para dentro de dos años llevo, como pretendo hacer, unos novecientos posts, tal vez pueda hacer una selección para un libelo de unas ochenta páginas, pero siempre que considere digno al contenido.
Grandes mentes hay, ha habido, y habrá siempre (que haya humanos). Algunas se atormentan con respecto a la soberbia que implica creerse mejores que los demás, más críticos o agudos, etc; otras lo "asumen" como una responsabilidad o carga para con sus semejantes; mientras que otras simplemente se aprovechan del ingenuo y menos hábil. ¿Qué hacer si (usando la metáfora nitscheana) uno siente que está parado en los gélidos picos de una montaña, con una visión aquilina?, ¿cómo rechazar la embriaguez del poder, la oportunidad y/o la responsabilidad? No lo sé, prueba de ello es que estoy jugando al demiurgo con este pequeño hábito mío de la escritura.
Un mundo mío, con líneas y párrafos de mi imaginación, con ideas reverberando recursivas de vez en cuando, ¿podría salirse de control? Cuanta vanidad.
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