18 de enero de 2008

Elementos de ambiente

En el arrebato navideño, D y yo compramos también un artefacto para hacer fondues. Lo estrenamos el sábado pasado. Es un bonito y aparatoso adorno para la cocina, pero muy poco práctico para lavarlo, además de que al rozar con el tenedorcito el fondo (y sentir escalofríos) entendí la razón de que la cazuelita esté recubierta internamente de porcelana y no sea nada más una lámina pelona. Supongo que lo usaremos algunas veces más, pa no quedarnos con las ganas, pero luego nos conseguiremos uno de a deveras, hecho con arte e ingenio, para seguir disfrutando de nuestra afición culinaria.

Después de las compras navideñas, hubo un breve periodo más de acceso al coche de mi amado padre, y lo usamos para ir a cenar al fondue haus de Altavista. D pidió una sopa de cebolla, yo tapoulé, luego un fondu de filete entre los dos, todo acompañado de clericot de tinto barato. Magnífico. Al salir del restaurante medio beodos entramos al tower records y nos volvió a dar compritis post traumática lupe-reyes. Nos compramos discos: ¡Música, melancólico alimento para los que vivimos de amor! Según lo que decía Traveler.

Un set de tres CDs de big-bands, y una colección completa de 10 discos de Thelonious Monk. No los habíamos oído mucho después del día en que los adquirimos, en el coche de regreso, pero en el presente suenan en nuestro ambiente cotidiano y sus metales me hacen sentirme líquido. Los estamos explorando... Bueno, hasta ahora ha sonado sólo la primera colección, la de big-bands. Espero que los del Monk estén igual de chidos y que pronto los oigamos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No sé cómo llegué a tu espacio, no soy de andar deambulando por estos lares... pero capturaste mi atención... me gusta cómo armás y expresás las ideas...Volveré...
Andrea.