El día del futbolero partido amistoso entre México y Argentina (no me sé la fecha, pero los aficionados sabrán encontrarla, del único partido entre esos dos equipos en junio de 2008), me dediqué a molestar a los vecinos. Sucedió que cerca del principio (creo) el equipo mexicano casi mete gol y escuché que todos los habitantdes del edificio gritaron anticipadamente el tanto que no fue, entonces prendí la telera y entendí que estaban atentísimos a lo que sucedía en esa cancha. Lo que sucedió fue un humillante cuatro a uno para la escuadra de mi lindo y querido país. Y a cada tanto de la albiceleste yo grité como loco el goOoOol, aunque el fucho la verdad me es bastante indiferente.
Me pregunto si será posible, aunque tan sólo sea de dientes para fuera, resolver amistosamente el conflicto del perrito maltratado de abajo. El hecho es que la administradora se hizo guaje y no hizo valer el contrato que prohibe mascotas, y los vecinos del 2 están aferrados en conservar a su saco de golpeo aullante. No sé si serviría llevarles un listado de contactos de entrenadores de perros, o ligas a manuales de educación canina, o a la sociedad protectora de animales, o a un madrina profesional con amor por los caninos...
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