28 de junio de 2008

Las comas y los viajes

D siempre cuestiona mi uso de las comas, de hecho acierta en cuanto a la inutilidad de algunas dellas. A veces defiendo mi redacción con los argumentos de rigor: el de la anidación correcta de conceptos, el de la división de las ideas listadas, el de los ritmos, etc. Pero con el último capítulo del Ulysses me quedé en la duda total, Joyce no usa puntuación casi para nada en el monólogo de Molly: párrafos larguísimos (de varias páginas) de oraciones enlazadas por más palabras. Se mete un poco de ruido, hay menos claridad, pero alcanza a trasmitir con la suficiente fuerza un sentir y un razonar super individual y a la vez universal. Con ese ejercicio Joyce demuestra que más que la puntuación, cuenta el orden de las palabras. Aquí en casa, mucho más modestamente que el writer's writer, uso ambas herramientas (puntuación y orden), no sin preguntarme la cantidad de ruido y la pérdida de claridad que habría si eligiera la puntuación correcta pero el orden inconrrecto.

Próximamente seguro podré pedir vacaciones. Mi amada y yo ambicionamos varios destinos; uno es a Chile, para visitar a una muy querida amiga suya y conocer la cordillera y a las personas dese alargado país; otro es a Nueva York, si bien ha perdido punch sin las torres gemelas, todavía toca allí Woody Allen en cierta temporada del año, y nos encantaría ir a oirlo antes de que nos deje (es el problema de las maravillas mundiales vivas, duran una vida, muy poco para la humanidad); otro destino es Barcelona, el comedor-sala-oficina de nuestro departamento está tapizado de postales con Gaudí Branding, y aunque sólo he visto las fotos, tengo ganas de percibir en toda su magnitud sensorial esa obra menos perecedera quel cineasta neoyorkino; el último es Italia, en general, me encantaría viajar desde Nápoles hasta Venecia parando en cada pueblo y cada paisaje 'sublime magnífico' que admirar.

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