16 de octubre de 2010

Prioridades: peatones y ciclistas, ya luego automovilístas

En mi camino hacia el trabajo todas las mañanas paso frente a una escuela. Eso me ha hecho recobrar conciencia del respeto y la prioridad que se le deben al peatón. Es decir, en México las calles no tienen ley. Sí, hay una ley en papel, legislada, que le sirve a los policías para detener a la gente y extorsionarla, pero no es como si cada automovilista se la supiera ni mucho menos la entendiera. En Italia, por ejemplo, tenía un tío que se sabía a la perfección el significado de todos los señalamientos de las carreteras, así como las reglas de circulación urbanas, y las respetaba. Aquí, en México, la ley que de facto prevalece es: no dejar que nadie se te meta, metértele a los otros a la mala, intentar pasarse de vivo en semáforos, entronques y entradas a las vías rápidas, todo lo anterior con el menor daño estructural al propio vehículo.

El modelo que prevalece acá, genera accidentes y embotellamientos al pormayor. Un día, iba pasando como de costumbre frente a la escuela en cuestión, el tránsito estaba lentísimo, de modo que podía quedarme parado por minutos enteros. En eso me quedé parado frente a un cruce peatonal y empezaron a atravezar la calle papás y mamás agarrando de la mano a algún niño, los dejé pasar a todos, aún cuando enfrente de mi los coches ya estaban avanzando y los de atrás se pusieron frenéticos a tocarme el claxon. Me pareció una barbarie inconcebible que los que venían detrás, viendo que yo había dejado pasar a adultos y pequeños, se pusieran a tocar sus bocinas como si me hubiera quedado ahí por simple gusto. Obvio, los peatones me lo agradecieron. A partir de ahí, en cualquier cruce peatonal pongo atención y si veo que alguien quiere pasar a la otra acera me detengo. Lo mismo estoy empezando a hacer con las bicicletas, en cuanto veo una trato de darle el espacio que necesita y cuidarle las espaldas.

No quiero ningún premio o reconocimiento por ceder el paso a los peatones, pues se trata apenas de la actitud básica que debería existir entre los automovilistas. Por desgracia la que hay ahora entre la mayoría de los conductores es prácticamente la opuesta.

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