11 de febrero de 2011

Cuidados nocturnos

Normalmente, mi compañera se hace cargo de la beba desde después de que la ducho hasta la hora en que sale al trabajo, mientras tanto yo me desvelo trabajando algunos proyectos freelance y escribiendo, y finalmente me duermo tarde (o temprano, según como se quiera ver) en la cama de al lado, siempre pendiente de las necesidades de mis amores. Suele suceder que tenga que cambiar a Loana, o ir por su biberón lechero del desayuno, o por uno de agua, si es demasiado temprano. Así pues, anoche, después de bañarla la entregué a mi amada para que la secara y le pusiera su pijama, salí yo de la regadera y me vestí, luego fui por su biberón de la noche, y me acosté con nuestra cría, la cual cenó y se quedó dormida. Pero anoche yo me quedé con ella, porque mi musa necesitaba dormirse temprano y descansar bien para poder levantarse hoy de madrugada e ir a una junta importantísima.

Como a la una y media de la mañana nuestra beba se despertó en un berrido, inconsolable, con algún dolor en alguna parte. Por supuesto que su mamá no siguió descansando y corrió al rescate, y la cargó, y la apapachó durante largo rato hasta que se calmó. Nos quedamos con la idea de que fue algo que comió, pero no sabemos en realidad que fue. Mientras Loana lloraba y su mamá la mimaba y yo mantenía la fachada del padre cariñoso y fuerte, a mi angustiada mente llegaron todos los temores que se me ocurrieron, incluyendo algunso muy tétricos. Por ejemplo, en alguna ocasión leí que la mayoría de las muertes infantiles por cáncer hubieran podido evitarse si los papás hubieran llevado a tiempo a sus hijos a algún especialista pertinente. Pero ¿cómo saber cuando un llanto es por una leve indigestión o por algo más oscuro y malévolo? Supongo que si la situación se repite también hoy en la noche, y mañana, y pasado, habrá que tomarlo muy en serio.

A las cuatro de la mañana volvió a despertarse, pero el motivo fue totalmente distinto, m'hija había hecho pipí, e hizo tanta que se le salió del pañal y toda su ropita estaba mojada. Pues a cambiarle el pañal y la ropita, y a ponerle otra cobija diferente de la que había empapado. A las seis y media, se despertó hambrienta, y su mami hizo lo que yo hago normalmente a esas horas, fue a prepararle su biberón matutino. A las siete llegó la señora para cuidarla, y media hora después salí corriendo hacia la oficina. Llegué tarde.

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