10 de febrero de 2011

No a los entregables imposibles

Ya he trabajado lo suficiente en software como para saber dos cosas: 1. el tiempo de desarrollo de un proyecto siempre es mayor que el que se estima a ojo de buen cubero (en realidad para evaluarlo se debería seguir un método como el que usaban los de Intervoice con hipsa, pero nuestros jefes no quieren ser realistas, sino entusiastas y crédulos optimistas); y 2. el tiempo en que yo estimo que voy a sacar un componente o proyecto debería multiplicarlo por cuatro o cinco antes de comprometerme, sin importarme decepcionar las expectativas de nadie, porque si no, son desveladas y malpasadas y presiones y es-3 y enojos y de todos modos no entrego a tiempo.

Conforme adquiero experiencia trabajo más rápido, sí, pero de todos modos, suponiendo que elevo mi productividad/tiempo al doble, o que disminuyo el tiempo a la mitad, de todos modos, si dije que lo hacía en dos días, y el proyecto era para cuatro semanas, si soy súper eficiente lo entregaré en dos semanas. Pero, ¿qué pasa cuando me exigen que entregue en x tiempo? Pues que por optimismo, y por obtener el trato, y por dejar que mis clientes (incluyendo a los de la oficina) se emocionen, diré que sí, que haré todo lo posible para entregar en la fecha establecida.

Por supuesto que sé de antemano que no será así, y creo que mis jefes también lo saben (los clientes no tanto), saben que nos dicen que quieren algo en una semana, cuando en realidad lo prometieron a la altísima dirección para dentro de tres. Saben que presionándonos asi lo obtendrán más rápido que si nos dijeran sinceramente que debemos entregar en tres semanas. En fin, en el trabajo es una cosa, pero con mis clientes freelance debo ser más pesimista cuando me comprometo con mis tiempos de entrega.

No hay comentarios.: