17 de junio de 2012

Aventuras luquiñas

Lucas cumplió siete meses el martes pasado. A sus siete meses ya tien dos dientitos frontales inferiores, ya gatea casi perfectamente, y ya se jalando de los barrotes de la cuna para pararse. No sólo eso, además no le gusta estar acostado sobre su espalda y se voltea a la primera ocasión para poder desplazarse. Pero esa misma aversión a estarse acostadito quieto lo hace dificilísimo de cambiar de pañal. Nunca falta, si hizo popó que meta un pie en el pañal, o que se voltee y embarre el cubre camas, o que justo en el momento en que estoy poniendo un pañal nuevo, después de haberle limpiado toda la colita, suelte el chorro de orina y se empape de pies a cabeza.

Además, ya lleva un rato de haber empezado la ablactación (término no registrado en la RAE). Empezó tarde, a los seis meses --Loana empezó desde los cuatro--, pero fue por lo de las alergias que tiene el pobrecín. Además de la diferencia de tiempos, también hay diferencia en los alimentos, con Loana empezamos con manzana, pera, durazno, y demás frutas muy sabrosas; con lucas empezamos con papa, luego betabel, zanahoria, poro y jícama, todos tubérculos, cada cosa una semana, tomando nota de si se nos enronchaba o no.

Lucas es un niño muy activo y muy carismático, a donde sea que llega todos le hacen fiestas, todos lo cargan, lo besan, lo toman en brazos, y él feliz de la vida de irse con quien lo quiera en ese momento. De repente ve pasar a su mamá y sí, la llama, le reclama, pide que sea ella la que lo carga, pero al poco rato ya está otra vez en brazos de alguien más, derritiéndolo/a con su sonrisa encantadora.

Mi suegra me dijo que Lucas se parece a mí, y cuando empecé a pavonearme orgulloso añadió sonriente: "pero no te preocupes, luego se compone" :-P

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