La complejidad de las emociones
Las emociones tienen la estructura adecuada para ser una guía para lo que puede importarnos. Si amamos, odiamos, admiramos, o despreciamos algo, entonces nos importa. Porque para que algo nos importe sólo hace falta que se engrane con nuestras emociones. Nuestras emociones no están dirigidas solamente a los contenidos de nuestra mente. Cierto, podemos temer el dolor o disfrutar el placer. Sin embargo, también podemos temerle a un oso o disfrutar de una pintura. Podemos preocuparnos por eventos en el futuro. Sin embargo, también podemos admirar a gente y a cosas en el pasado y en el presente. Nuestras emociones no estan dirigidas sólo a eventos futuros. Son las razones detrás de nuestros quereres; son a lo que nos referimos cuando explicamos porqué queremos lo que queremos.
Las emociones son muy complicadas, y omitir su complejidad puede desviarnos. Las emociones son complejas debido a su rol en la unificación de varios aspectos de la mente. Joseph Ledoux, quien investiga los mecanismos cerebrales de las emociones escribe que las emociones son "la hebra que mantiene la vida mental junta". (Ledoux 1996:11) Debido a este rol unificador, las emociones tienen aspectos de todos los fenónenos mentales que ellas unifican. Tienen aspectos concientes, afectivos, vivenciales, aspectos de enfoque, cognitivos, evaluativos, aspectos motivacionales, y fisiológicos, aspectos corporales.
Si las emociones fueran sólo sensaciones, tales como escalofríos, angustias, punzadas o ardores, entonces no serían mejores guías al sentido que las experiencias placenteras y dolorosas. Alternativamente, si las emociones fueran solo impulsos inconcientes, embotellados hasta que escaparan hacia la conciencia como fluidos hidráulicos presurizados, entonces, nuevamente, serían irrelevantes para el sentido. Si pensamos en las emociones de esos modos simples, entonces no lograremos ver cómo podrían ser posibles guías hacia lo que de verdad importa.
Las emociones pueden ser las mejores candidatas para guías hacia el sentido, pero siguen siendo guías sumamente falibles. Una punzada de hambre no puede ser malinterpretada; sólo es. En contraste, las emociones pueden interpretarse mal de todo tipo de modos. El enojo, los celos, o incluso la alegría pueden ser respuestas inapropiadas a nuestras circunstancias. Si pensamos en las emociones como simples sentimientos, entonces no lograremos ver las formas en que pueden ser inapropiadas o equivocadas. Lo que sigue es una simple discusión sobre la complejidad de las emociones.
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