5 de junio de 2012

Último día recordando el primero

Hoy nos vamos de Chetumal, fue un viaje relámpago, me hubiera gustado estar unos días más pero ya se acabó. A Loana le encantó el agua, la alberca, el mar, la brisa, el calor, y muchos detalles más. Nos sucedieron un montón de cosas que contaré en este y alguno que otro post posterior.

El primer día nos fuimos a Calderitas, queríamos ir a un restaurante llamado Riveras del que había recogido noticias vía internet mi amada pero no estaba abierto al público porque iban a tener un evento. Entonces el taxista nos llevó a unos restaurantes que estaban más adelante, los cuales por desgracia tenían cada uno su sistema de sonido encendido a todo lo que daba; la ventaja fue que al mezclar cuatro o cinco cacofonías, en la supra-cacofonía que resultaba no se distinguía ninguna de las de abajo; y con eso no tuvimos que soportar a ningún grupo cumbianchero/norteño/tropicaloso/bandoso en particular. Los restaurants daban a la bahía, por lo que teníamos al mar enfrente, había una brisa más o menos fuerte que contrarrestaba el calor ambiental y solar, con la que Loana se puso de buenas inmediatamente y se fue a sentar en una mesa aledaña a la nuestra, una mesa para ella solita. Pedimos cerveza y algo de comida, y Loana iba por lo que se le antojaba a nuestra mesa y se regresaba a la suya, mientras sonreía cada que el viento le movía el cabello y lo sentía en la carita.

Estuvimos a gusto, luego por la tarde nos fuimos a tomar un café, y saliendo del Italian Coffe Factory pasamos por un parquecito llamado Dos Mulas en el que había un montón de brincolines llenos de pelotas e inflables, y mi fierecilla se metió a uno de ellos y estuvo saltando por un largo rato. La sonrisa y alegría de nuestra pequeña nos pone a mi musa y a mí súper alegres, nos hace sentir que todo el esfuerzo, las desveladas, la cargada de maletas, los absurdos filtros de seguridad, la incomodidad del avión, etc, valieron la pena. Ya noche nos costó un montón de trabajo regersar al hotel porque en donde estábamos no pasaban taxis. Finalmente volvimos al Holday Inn (¡cuánto han bajado de categoría los hoteles en general!), cenamos en el restaurante, bañamos a los niños, y nos fuimos a dormir.

El segundo día fue una gran aventura con su detalle surrealista y todo, pero de ese hablaré en otro post.

No hay comentarios.: