Cuano era niño, habré tenido cinco o seis años (no creo que fuera antes por la hazaña que a continuación narraré que no hubiera podido efectuar un crío de menos de cinco años), mi famiglia fue a Teotihuacán. Estacionamos el coche, mi mamá seguramente se quedó amamantando a Valeria, y mi papá y yo, decidimos subir a la pirámide de sol.
Mi papá no llevaba mucho en México, y discutía frecuentemente con mi mamá en italiano, y creo que aún no dominaba el castellano porque hablando con comerciantes y otras personas cometía errores en la selección de palabras, por ejemplo decía can, para referirse a un perro, y cosas por el estilo.
La cosa fue que decidimos atacar la pirámide, no de frente, por las escaleras que llegan hasta la cima, sino por un lado, escalando una de las paredes. Poco antes de empezar notamos un letrero absurdo que decía "prohibido subirse en los acostados", lo cual provocó una carcajada de mi papá, y que yo, tras una breve inspección notara que en el pasto circundante a la pirámide, había un montón de parejitas haciendo picnic, echados sobre el piso, tras la cual ya no se me hizo extraño el letrero, imaginé a gente que caminaba sin fijarse hacia abajo, pisando a todos los pobres acostados...
Recuerdo que subimos y subimos y subimos y subimos, y yo me agarraba de piedras y grietas y poco a poco, paso a paso, arrastrada a arrastrada, llegamos a la cima en donde nos estaba esperando un policía. Mi papá se fue a hablar con él, y regresó después de un momento a explicarme que algún malicioso le había añadido una letra "a" al letrero, y que en realidad estaba prohibido subirse en los costados.
Cuando bajamos (por las escaleras) y mi papá le contó a mi mamá que en realidad el letrero no decía acostados sino costados, mi madre se enojó y le dijo que era tan pero tan obvio que seguramente él (mi padre) lo había entendido desde el inicio, y se había subido por un lado de la pirámide por maldoso y travieso.
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