Ahora que la imposición es prácticamente un hecho, mi coraje obvio no está dirigido a EPN, un ser que según se ha visto en varias ocasiones está vacío y es tan temeroso que no se atreve a hablar sin teleprompter ni quien le sople. Es deplorable, es vergonzoso, pero parece que no hay presidente sino una máscara vacía, un simple cascarón por medio del cual hablan y actúan los intereses que lo pusieron en los pinos. No, mi coraje es precisamente hacia esos poderes que lo impusieron: hacia las televisoras, hacia los grupos empresariales e industriales, hacia los grupos de crimen organizado a los que les conviene más un presidente débil y vacío que uno consistente y que sabe lo que hace... Vamos que me encantaría ver una situación en la que les saliera el tiro por la culata.
¿Y cómo puede irle mal a los malvados?, Principalmente de dos formas, la primera es que el presidente esté más hueco de lo que ellos creen, que esté tan pero tan hueco, que de hecho esté ausente. Que quede un vacío en la silla. Y que suceda lo que pronosticaba Hobbes en su Leviathan cuando decía que era mejor tener a un tirano que a que no hubiera nadie, es decir, que cunda la anarquía total y el todos contra todos y el hombre sea el lobo del hombre y no haya seguridad pública o privada que valga, y los impositores terminen temerosos o de plano huyendo del país.
La segunda forma sería que en realidad no estuviera vacío el presidente, pero que fuera el peor y mayor de los tiranos, el más opresor y acaparador de poder que pudiera haber, y que empezara su mandato quitándole el poder a las televisoras y todos aquellos que lo apoyaron (pero que también podrían destruirlo), expropiando los medios masivos y entregándoselos a gente de su confianza. Es decir, que dándose cuenta de que no tiene libertad ni capacidad para actuar mientras esos poderes fácticos que lo pusieron ahí puedan presionarlo y chantajearlo, los ocupe un domingo en la madrugada con el ejército y para el lunes ya tengan otros dueños y otros comentaristas y otros locutores que le expliquen al público que acaba de haber un pequeño cambio en el manejo mediático del país.
Digo, me encantaría que los que hicieron su fraude terminaran defraudados, igual que les fue a los que aceptaron una tarjetita de Soriana con la promesa de 500 pesos y terminaron obteniendo 100 o cero; igualito pero en las cúpulas empresariales, mediáticas e industriales... ¿Le estoy deseando un mal a mi país? Tal vez. Tal vez lo que debería estar imaginando es un presidente entero, lleno, capaz y visionario, uno que estuviera buscando el bien de México, uno que no ganó; pero ese lo deseé antes, a ese (y a todo el pueblo) le hicieron fraude, así que ahora le deseo a los que estafaron que se pudran.
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