31 de enero de 2011

After all mi prehisteria no fue tan mala

Estoy consciente de que en este post y este otro, pinto a mis papás como unos malvados. En realidad no lo eran, creo que según el promedio me tocó buena suerte. El promedio era, según lo que llegué a ver y escuchar horrorizado, otros niños presumiendo entre ellos cada semana, a veces varios días seguidos, las marcas dejadas por los cinturones de sus papás la tarde anterior. En mi caso no tenía nada que presumirles a mis compañeros de clases, y si me llegaron a pegar fueron contadísimas las veces. Eso sí, sé de niños (en realidad, sólo de niñas) a quienes nunca les pegaron para nada, eran personitas atípicas que se portaban bien y llevaban buenas calificaciones y de cualquier modo sus papás eran gente sensata y no se ponían al tú por tú con pequeños desafiantes o traviesos ni nada por el estilo.

Yo no quiero pegarle nunca a Loana, coincido con mi musa en que llegar a pegar es solamente una muestra de impotencia y de incapacidad. Vamos, que le llevo treintaytres añotes, o sea que bien podría ser más paciente, más sensato, más inteligente, más visionario, más sereno, etc. Debo ser mil veces más listo. Eso en la infancia. Pero, ¿y en la pubertad-adolescencia? Pues para cuando mi beba tenga 14-20 años, yo tendré 47-53, o sea que debería de ser, de todos modos, mil veces más sabio. Claro, va a hacer cosas aborrecibles desde mi punto de vista; va a decir cosas incomprensibles para su viejo padre, pero ¿no es así siempre?, y si así no fuere, ¿tendría yo que preocuparme? No lo sé. Proyectarme así no me resulta atractivo. Lo que sí, es mi deseo según el cual bajo ninguna circunstancia tendría yo que recurrir a los golpes (ni permitir que nadie lo intente siquiera) para aleccionar a mi heredera.

Además, ¿aleccionar?, ¿qué lección se puede dar pegando? La única que se trasmite a golpes es que uno es el más fuerte, y que está uno dispuesto a abusar de esa fuerza si no es complacido. Quizá también haya otra lección: que quien se suponía que debía proteger, puede traicionar su deber, y dañar y humillar a sus protegidos con las excusas más idiotas (¿por su propio bien?). Excelentes conocimientos, la mejor preparación para la vida.

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