13 de enero de 2011

Hacer miel de madrugada

Antenoche, por ahí de las dos de la mañana, se despertó mi musa (je, estaba por escribir mu misa), y me avisó que algo había zumbando entre las sábanas. Yo también lo oí, medio bromée y le dije que podía tratarse de una abeja, fui a prender la luz, empezamos a mover las cobijas y sas, que sale precisamente una abeja que voló derechito hacia las lámparas. ¿Qué hacía ahí, y desde cuando estaba atrapada?, ¿por qué se mantuvo callada hasta esa hora? son misterios por resolver. Mis sospechas son que de hecho estuviera en una de las cobijitas que fueron lavadas ese mismo día, y que se hubiera quedado atrapada cuando las bajaron de la azotea (y posteriormente cuando las doblaron); o también, que hubieran abierto las ventanas para airear el departamento, y que la abeja se hubiera metido durante el proceso de hechura de la cama. Podría pensar mal e imaginar que fue una malorada de la persona que nos hace la limpieza (por motivos que todavía no vislumbro), o de mi sobrinita política la cual querría hacer quedar mal a nuestra limpiadora doméstica porque no le cae bien que digamos.*

Como sea, el caso es que mi amada se fue a encerrar con nuestra peque al cuarto de al lado (donde también hay una cama), y yo fui por algo con que matar a la pobre productorcilla de miel, pero para cuando regresé la abeja, que habíase quedado revoloteando por los focos encendidos, ya había desaparecido, y nunca más pude hallarla. Mi compañera por supuesto no volvió a la habitación en toda la noche, yo me quedé ahí a dormir, con la asesina esperanza de oir volar a la pobre antófila para identificar su paradero. Ya van cerca de treintayseis horas y nadie la ha vuelto a ver. Creo que las abejas tienen un promedio de vida de pocos días, pero no lo sé de cierto, por lo que mi creencia de que en una de esas encontraremos el cadáver del pobre insecto podría estar totalmente errada.

* Sin embargo, eso ya es imaginar demasiado malvada a la Xime, y no tomar en cuenta que nos quiere (o bueno, al menos a su tía), pero sobre todo, que quiere a Loana. Y la verdad arriesgar a su primita bebé por manchar la reputación de nuestra empleada doméstica me parece un extremo al que nunca llegaría.

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