Madrugada interrumpida con berridos loaninos... Tarde otra vez

Otra vez llegué tardesón, pero mi coartada es que Loana se despertó desde las dos de la mañana y no dejó de llorar hasta las cinco. Pobrecita no sabíamos qué tenía, no tenía fiebre, sin embargo le dimos tempra como analgésico, por si las flies, pero nada la calmó... No creo que tenga ningún golpe ni torcedura porque cuando se calmó la estuve acariciando, no había hecho pipí, así que las hipótesis que nos quedan son: 1. garganta irritada y con flemas, que tragar o respirar le cueste tanto trabajo que se desespere infinitamente (pero de ser así no hubiera aceptado su leche matutina de las seis y media), 2. dolor de estómago por algo que comió (pero hasta donde sé comió sólo lo que le dimos, y la supervisamos, y si así hubiera sido lo mismo no hubiera querido su leche), 3. dolor de encías por la próxima aparición de sus premolares (pero no se tocaba la boquita durante su llanto nocturno), 4. sentimiento porque tras unas vacaciones de casi dos semanas su mamá volvió al trabajo (pero de ser así, ¿tres horas de llanto nocturno?).

El problema con llevarla al pediatra, es precisamente el mismo, se pone a berrear como si el doctor la estuviera torturando, de modo que no creo que sea fácil para él identificar si algo le duele... Puede ver si su gargantita está irritada, si sus ojotes están irritados, si hay alguna hinchazón, si tiene fiebre o taquicardia, pero párale de contar... En fin, que depende de cómo esté durante el día la llevaremos al pediatra o no... Mientras tanto, debo resolver esa irregularidad horaria. Odio llegar a las ocho-ocho y media, aunque llegue antes que los directores, porque por alguna especie de integridad interior me quedo hasta las cuatro y media, mientras que ayer, primer día laboral del año, que llegué a las siete en punto, me fui a las tres y media sin ningún remordimiento.