24 de enero de 2011

Hay sabiduría por doquier

Si no mal recuerdo, cuando varios de los amigos de Sócrates estaban llevando a sus "hermosos" hijos a aprender de los sofistas, este los cuestiona implacablemente y les pregunta que para qué los estaban llevando hacia allá. Y todos trataban de responder: "para que aprendan de los sabios, para que se vuelvan sabios, para que vivan de mejor modo del que nosotros vivimos, etc."

Por lo general, Sócrates les preguntaba entonces que cómo sabían que esos sabios en realidad eran sabios, y también, que en realidad podían darle a sus hijos toda la sabiduría que ellos deseaban. Había variadas respuestas con respecto a la fama y a los discursos escuchados, pero ninguna concreta. Entonces Sócrates les preguntaba cómo sabían si un alfarero era bueno, o cómo sabían si un arquero era bueno, o cómo sabían si un médico era bueno. Al final todo se reducía al producto de su oficio, si lo que producían era bueno y acorde a las reglas de su arte, o si incluso superaba las expectativas en cuanto a su belleza y funcionalidad, entonces el artista era obviamente bueno. Así, si el alfarero producía los mejores recipientes, si el arquero daba siempre en el blanco, si el médico curaba siempre a sus pacientes, cada cual era bueno en sus respectivos oficios.

"Pero entonces", preguntaba más o menos Sócrates a sus amigos, "estos sabios, ¿cómo podemos saber si son buenos educando a otros sabios?", porque era lo que sus amigos querían que se hiciera con sus hijos. "Tendría que haber muchos discípulos de dichos sabios, que a su vez fueran muy sabios, y que por lo tanto hubieran ayudado a mejorar una polis, o a propagar la susodicha sabiduría, o que por lo menos, siendo sabios supieran vivir de modo recto y bello, ¿o no? ¿Y donde están todos esos discípulos, frutos de la labor de tales sabios, ahora sabios a su vez?" ¿A quienes podían mencionar sus interlocutores que habiendo aprendido de los sofistas se hubieran vuelto mejores ciudadanos, o vivieran mejor, o gobernaran mejor?

Noo, pos la verdad la verdad, a nadie...

Entonces, era evidente que no existían garantías de que los sofistas fueran a ayudar a esos niños a volverse sabios, o mejores atenienses, o mejores personas; mientras que un gran maestro de lucha podía convertir en gran luchador casi a cualquiera, un gran maestro de equitación podía convertir al que fuera en un gran jinete, etc. Al final, demostrar que los sofistas no eran de fiar, no resolvía la incógnita, ¿quién sí podía educar a los hijos de los amigos de Sócrates en cuanto a sabiduría se refería?, ¿Qué gran educador era conocido y reconocido por sus frutos, por el producto final de su oficio? Si se conociera a alguien así, ahí es adonde tenían que llevar a sus hijos, pero si no, mejor era que los intentaran educar ellos mismos.

No faltaba el que le decía a Sócrates que mejor él educara a sus críos, pero Sócrates se declaraba incompetente, "imaginémonos", les decía aproximadamente, "si yo apenas puedo vivir modestamente, y no he ayudado enormidades a mi sociedad, ni he educado a ningún discípulo hasta ahora que sea capaz y demás..." etcétera. Al menos los hacía desistir de su idea de ir a encomendar a sus hijos con los sofistas, los cuales hubieran cobrado bastante caro su dudoso servicio. Está claro, que la mayor parte de las veces Sócrates tampoco tenía una respuesta, pero al menos sabía que no sabía, y sabía demostrar que los que al principio estaban tan convencidos de su meta, sabían aún menos que él. Su herramienta para generar sabiduría era la duda, y no las certezas, y en eso me identifico por completo con él.

Ahora vienen a decirme que no sé que textos religiosos tienen gran sabiduría precompilada y condensada. Y no lo pongo en duda, es más, creo que cualquier texto, religioso o no, tiene en sí tremenda sabiduría milenaria concentrada, sólo es cosa de estar atentos y no dejarla escapar. Sin embargo eso no hace que yo quiera leer por ejemplo a Carlos Cuauhtémoc Sánchez, a Og Mandino, a John Gray, etc. No niego que puedan existir lecciones increíbles en sus libros, pero prefiero a los maestros con tradición indagadora antes que a los implantadores de dogmas.

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