En las noches de fin de semana, Loana ha adquirido la maña de no querer dormirse y de lloriquear o hasta hacer berrinche si intentamos acostarla, su mamá y yo estamos ya con sueño, totalmente destrozados por seguirle el paso a nuestra criatura durante el día, y ella quiere seguir brincando y jugando y cantando y no hay razones que argumentar ni nada que hacer, así que, como mi amada lleva en el vientre al próximo tiranuelo local, me toca a mí encargarme de Loana hasta que se duerma. Intentarlo de manera franca, como ya dije, es contraproducente porque luego nadie en el edificio duerme, así que ayer por la noche me quedé con ella, la puse en el suelo para que me llevara hacia donde quería ir, y le di la mano resignado.
Al principio me llevó a la sala, ahí pidió que le pusiera las canciones que más le gustan últimamente: Volevo un gatto nero y Quarantaquattro gatti, las pidió varias veces, estuvo bailando, marchando, y repitiendo la última sílaba de cada oración, luego, ya que se había aburrido me tomó de la mano y me llevó al estudio, donde me pidió que le pusiera videos de youtube, lo hice, y estuvimos viendo todo el repertorio de los que le gustan, hasta que vi que ya tenía la mirada fija y había empezado a tallarse los ojitos, y su paciencia con los videos era nula: a un párrafo de iniciada la canción ya estaba señalando vehementemente otro de la columna lateral que ofrece más opciones. Total que cuando la vi adecuadamente cansada, la cargué, la llevé la cama sin que protestara para nada, me acosté con ella y le hice piojito, y después de un rato se quedó profundamente dormida; acto seguido, la llevé a su cuna, donde no se durmió toda la noche porque a las tres de la mañana había hecho pipí y la cambiamos y mi musa me dijo que mejor la dejara en la cama porque quería tenerla a su lado.
Por supuesto, con todo lo anterior no pude ni escribir, y por eso este post sale tarde. Espero que esta maña sea temporal y no algo de cada domingo...
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