Sin embargo, no es tan fácil adoptar el punto de vista del universo como pareciera. Adoptado plenamente, ¿de quién sería tal perspectiva? Para que nada importara desde la perspectiva del universo, tendría que ser una perspectiva completa, pero totalmente cognitiva, sin ningún tipo de involucramiento emocional. Podría ser la perspectiva de Dios. Sin embargo, esa sugerencia está mal porque, en la mayoría de los relatos, a Dios le importa la vida de la gente; le importa el tipo de vida lleva la gente. De cualquier modo, Dios no existe, así que tal perspectiva tampoco existe. Podría ser el punto de vista de la ciencia. Aunque la ciencia es una colección de teorías, y las teorías tienen una perspectiva solo metafóricamenete. Podría ser la perspectiva de los científicos profesionales. Pero los científicos tienen perspectivas muy parecidas a las nuestras. Tienen familias, carreras, y obsesiones como nosotros.
El punto de vista del universo es simplemente una metáfora de un punto de vista como el nuestro pero sin involucramiento emocional. Cuando tratamos de sacarle jugo a esa metáfora, nos damos cuenta de que no podemos. ¿Cómo sería el ver al mundo sin que nos moviera emocionalmente de ningún modo? Esta perspectiva podría ser la de alguien que está emocionalmente ciego. Un posible ejemplo es alguien que ha sufrido la destrucción o remoción quirúrgica de las partes del cerebro que procesan las respuestas emocionales. Tal destrucción o remoción puede hacer que experimentar emociones sea imposible. En su libro, La inteligencia emocional, Daniel Goleman describe a un joven que no tenía su amigdala --una parte del cerebro de los animales necesaria para procesar las respuestas de miedo-- quien, incluso siendo capaz de entablar conversaciones, se retraía, no mostraba interés en sus familiares, y "se mantenía impasible frente a la angustia que mostraban por su indiferencia. Sin su amigdala parecía haber perdido todo reconocimiento de sus sentimientos, al igual que cualquier sentimiento acerca de los sentimientos. La amigdala actua como un almacen de la memoria emocional, y por lo tanto de sentido en sí; la vida sin la amigdala es una vida despojada de sentidos personales." (Goleman 1995:15)
Ahora la pregunta es esta: ¿Sería útil preguntarle a una persona emocionalmente ciega, sin importar cuan bien informada estuviera, si la vida tiene o no sentido? Nadie le pediría a alguien visualmente ciego su opinión respecto al mérito artístico de una pintura. Podría tal vez dar una respueta, pero tendría, necesariamente, que ser de oidas. Tampoco le pediríamos a una persona sorda su opinión sobre un fragmento musical. ¿Por qué, entonces, tendríamos que preguntarle a alguien emocionalmente ciego si lo que sea es importante o no? La ceguera emocional es tan cerca como podemos llegar de entender la metáfora del punto de vista del universo. Pero pensándolo bien, como sea, no vemos ninguna razón para preocuparnos por la perspectiva del universo. No es una perspectiva que debería importarnos particularmente. Nuestras perspectivas humanas son lo que importa.
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