5 de julio de 2011

Porqué los fetos no van al cielo

Me pregunto porqué será que Umberto Eco le saca a polemizar sobre lo moral o ético del aborto. ¿Qué le cuesta declararse a favor y argumentar al respecto, o en contra y explicar porqué? Digo, tras su ensayo en Construire il nemico (Construir al enemigo) titulado Gli embrioni fuori del paradiso (Los embriones fuera del paraíso) tengo la impresión de que está en contra de los que están en contra por motivos religiosos. Pero no se compromete sino que recurre a la Auctoritas católica por excelencia: Santo Tomás de Aquino, sujeto de estudio de U.E. cuando hizo su tesis de graduación en la universidad.

Primero explica un poco el contexto, y lo que creían los predecesores del Aquinates: empieza describiendo la creencia de Origenes Adamantius, quien decía que Dios había creado las almas humanas desde el principio; opinión refutada de inmediato con el Génesis, en el cual "el Señor formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente", así que en la biblia Dios crea primero al cuerpo y luego le sopla el alma... Luego habla de la creencia de Tertuliano (el alma se trasmite de padre a hijo a través del semen, pero este punto de vista fue condenado por hereje, pues asume un origen material del alma), en seguida menciona las creencias de San Agustín (un término medio entre creacionismo y trasmisión), y finalmente las de Santo Tomás, el cual dice que el pecado original es el que se trasmite con el semen, pero que el alma no.

Según Sto. Tomás existen tres tipos de alma: la vegetativa, la sensible, y la racional; el feto tiene alma vegetativa, luego en cierto punto (no sé si al nacer o antes) llega el alma sensible (que es también la de los animales), y finalmente, en cierto punto de la temprana infancia se recibe al alma racional. El texto de Eco por supuesto está lleno de citas, y un pie de página en latín, etc, elementos con los que construye el argumento según el cual los fetos no pueden ser considerados personas hasta cierto momento después del nacimiento.

Pero por si eso fuera poco, habla de la visión tomista de la resurrección de los muertos tras el juicio final, y explica cómo se iban a regenerar los cuerpos de las personas, con el dilema de que si por ejemplo alguien había sido un caníbal, y la carne de su víctima se había incorporado a su cuerpo, al momento del juicio ¿qué cuerpo se habría regenerado?, ¿el del caníbal o el de su víctima? (Si recordamos la narración que Salvatore le hace a Adso en El nombre de la rosa, podemos ver que el canibalismo era común en aquellos tiempos). Pues según Sto. Tomás el que se regeneraba era el cuerpo de la víctima, castigando de algún modo así al malvado come-humanos.

Pero esto de la regeneración de los cuerpos aplica sólo para personas con alma racional y con fe en la única religión verdadera, no para fetos con alma vegetativa o sensible. Empieza Eco a preguntarse porqué ese cambio de actitud en la actualidad por parte de la iglesia, más alineado con los protestantes fundamentalistas que con la propia tradición católica, pero luego recuerda que al principio dijo que no iba a participar en las disputas actuales sino a comentar sobre el pensamiento del Aquinates, y cierra el texto.

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