30 de julio de 2011

Escribir algunos mitos nuevos

En algún momento ya hace tiempo me había propuesto hacerle cuentos a Loana, Mitos de creación tan lindos que ella los prefiriera a los que hoy en día ofrecen todas las religiones organizadas. Ahora bien, la tarea no es fácil, porque para esto tendría que conocer todos los mitos de las culturas dominantes y de las que lo fueron en alguna época y luego desaparecieron. Y me sé bastantes, de hecho me compré hace como cinco años un libro con mitos de todo el mundo y lo leí y me gustó. También me he enterado de mitos que se conocían en el medievo gracias a narraciones como la de El nombre de la rosa en que hablan de un mito en el que a Dios se le escapa una carcajada y nace la tierra, con otra carcajada nacen los cielos y los mares, etéctera.

De hecho hay mitos muy padres, muy bonitos, muy divertidos, y más que inventarlos sería cuestión de compilarlos y contárselos a mi pequeña (y también hay espacio para crear, cómo no). Claro, el enfoque tendría que ser más de: "te voy a contar un cuento" que de "así pasó, esta es la verdad y no debes cuestionarla". De modo que cuando llegue algún vendedor de salvaciones a intentar convencer a mi cría de que le compre su producto ella pueda no sólo negarse con facilidad, sino que le diga al miserable que sus cuentos son bastante malos, que los personajes son feos y malvados, y que ella prefiere en todo caso a Gilgamesh (con su inseparable amigo Enkidu), o a Rama (y su rescate de de su esposa Sita), que al irascible Cristo ese que invitaba a los que lo escuchaban a traicionar a sus familias e irse con él.

Así que debo darle una repasada a los mitos del mundo y encontrar aquellos que más me gusten. Luego debo completar la lista con otros que yo escriba, lo cual no debe ser tan difícil. Por ejemplo, para el mito de la creación puedo elaborar algo poeticón sobre el big-bang, o incluso podría inventar una historia de cómo tendría que haber sido el génesis según lo que más me gusta (Y Charles Mingus tocó unas notas en su contrabajo y nacieron las sonrisas y las miradas cómplices. Y Thelonious Monk presionó unas teclas de su piano y apareció gente melancólica en un bar). La idea es sólo contarle algunos cuentos para dormir a mi beba.

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