El domingo fuimos a comer con mis papás, mi tía Eli y su esposo David, al Italiannis de plaza universidad. Pero antes, llevamos a mi primita Paula y a Loana a dar una vuelta a caballo por el parque (creo que) de los venados. Las dos amazonitas iban felices en sus caballitos, amarradas a sus respectivas sillas de montar sonreían entusiasmadas mientras mi mamá le sacaba fotos a su nieta y su sobrina. A Loana le fascinan los caballos, y los perros y los gatos, estoy seguro de que le encantaría tener de esos animales, pero vivimos en un departamento, en el Distrito Federal, así que por lo menos hasta que no tengamos una casa con jardín y un espacio decente para mascotas, no habrá animalitos que jueguen con ella.
Loana y Paulita hicieron una bonita mancuerna, se llevan muy bien a pesar de que mi primita le lleva nueve meses. Jugaron jutas en una mesa de juguetes, y creo que se la pasaron a todo dar. Ya al final estaban las dos cansadas y un poquito irritables, y hubo un incidentirijillo: Loana intentó huir de casa de mi tía con un perrito de peluche de Paula, y obvio que mi primita se ofendió y fue decidida a recuperar a su mascota artificial. Antes de salir de casa de mi tía noté cómo, a pesar de tener al can en sus manos, sus papás tranquilizaban a la pequeña y la convencían de que no pasaba nada, que el peluche se quedaba con ella; mientras tanto yo trataba de convencer a Loana de que pronto regresaríamos y podría volver a jugar con el animalito. Ya de regreso se durmió, y pasó una excelente noche.
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