A continuación el sexto fragmento del texto Why French Parents Are Superior de Pamela Druckerman.
La autoridad es una de las más impresionantes partes de la crianza francesa -y tal vez la más difícil de dominar. Muchos papás que conocí tienen una autoridad fácil y calmada con sus hijos que yo sólo puedo envidiar. Sus hijos de hecho los escuchan. Los niños franceses no están constantemente desatendiendo, contestando, o enfrascándose en negociaciones prolongadas.
Un domingo por la mañana en el parque, mi vecina Frédérique fue testigo de mi intento de plantármele a mi hijo Leo, que entonces tenía 2 años de edad. Leo hacía todo rápido, y cuando iba al parque con él, yo estaba en movimiento constante también. Parecía ver las puertas al rededor del área de juegos meramente como una invitación a salirse.
Frédérique había adoptado recientemente a un niño hermoso pelirrojo de tres años de un orfelinato ruso. El día en que salimos, ella había sido madre en total por solo tres meses. Aún así sólo por virtud de ser francesa, ya tenía una visión totalmente diferente de la autoridad de la que yo tenía -aquello que era possible y pas possible.
Frédérique y yo estábamos sentadas en el perímetro de la caja de arena, intentando charlar. Pero Leo seguía saliéndose por la puerta que rodeaba la caja de arena. Cada vez que lo hacía, yo me levantaba a perseguirlo, regañarlo, y arrastrarlo de vuelta mientras él gritaba. Al principio, Frédérique observó ese pequeño ritual en silencio. Entonces, sin ninguna condescendencia, dijo que si me la pasaba persiguiendo a Leo todo el tiempo, nosotras no tendríamos la posibilidad de permitirnos el pequeño placer de sentarnos a charlar por algunos minutos.
"Eso es verdad", le dije. "¿Pero qué puedo hacer?" Frédérique dijo que debía ser más severa con Leo. En mi mente, pasar la tarde persiguiendo a Leo era inevitable. En su mente, no era pas possible.
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