Capítulo 6
DESEOS
"Pero sin importar cual sea el objeto del apetito o del deseo de cualquier hombre; este es lo que por su parte él llama Bien: Y el objeto de su odio, y aversión, el Mal".
-Thomas Hobbes (1588-1679), Leviathan (Londres, 1651), ch. 6, p. 24. [referencia de Gauthier 1986:51]
Hemos examinado dos rutas al sentido y visto los obstáculos que cada una enfrenta. La primera, la realización personal, tuvo dificultades explicando porqué el desarrollo del potencial humano debería importarle a la persona de cuyo potencial se trata. La segunda, las experiencias placenteras, evitó ese obstáculo porque el placer y el dolor siempre le importan a quien sea que los experimente. Notamos, sin embargo, que una buena forma de clasificar las experiencias ya como placenteras o como dolorosas es viendo qué experiencias deseamos ya sea tener o no tener. Nuestro deseo de una experiencia es lo que la hace placentera. Quereres y deseos, sin embargo, se extienden ambos a hacer que las cosas sucedan en nuestras mentes y en el mundo. Podemos desear no sólo experiencias internas sino también cosas del mundo exterior. Esto parece correcto; otras cosas además de las experiencias mentales también importan. Nuestra búsqueda nos lleva ahora a una tercera ruta al sentido, el cumplimiento de los deseos. Si queremos algo, entonces nos importa. Así pues la teoría del cumplimiento de los deseos parece, inicialmente, llevarnos en la dirección adecuada.
Consumismo
No obstante, si buscamos solamente el cumplimiento del deseo, entonces probablemente no seremos más felices de lo que somos hoy en día. No debemos confundir nuestra alegría imaginaria frente al prospecto de la riqueza repentina con el tedio de obtener satisfacción respecto de cualquier capricho a largo plazo. Inicialmente, si alguien ganara la lotería, o triunfara en los mercados financieros, o adquiriera de cualquier otro modo repentinas riquezas, se regocijaría frente a lo que tales riquezas harían posible. Sin embargo el regocijo se desgastaría.
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