Mis papás me regalaron un libro titulado El lenguaje secreto de los niños; en él, se pretende explicar a los padres cómo comunicarse con sus hijos, o bueno, como entender lo que el lenguaje corporal, la vestimenta, la música y actitud de un niño nos quieren trasmitir. Empieza desde los bebés, pero promete explicar hasta la adolescencia. Con la excusa de que la comunicación verbal sólo representa el 10% de todo lo que trasmitimos, el autor, un tal Dr. Lawrence E. Shapiro, psicólogo infantil que según el libro tiene renombre mundial pero a quien la wikipedia no conoce (wikipedia conoce a otro Lawrence Shapiro) nos promete la panacea en cuanto a la comunicación con nuestros hijos.
Lo empecé hace un par de días y ya me topé con detallitos que me disgustaron. Pareciera que los escritores de libros panacea escriben (o al menos así lo imagino) durante algunas semanas o meses, plasmando conocimientos obtenidos por experiencia personal no tan fiables, y que al finalizarlo se dan cuenta de que les quedó algo de unas ochenta páginas, y entonces, para que el libro se vea suficientemente gordo, es decir suficientemente libro y no revista, se ponen a compilar textos de relleno. Por ejemplo en el primer capítulo, Shapiro menciona que existen hasta trece tipos de llanto de los bebés, con lo que refuerza la idea de que los papás deben poner una minuciosa atención a sus pequeños, y a continuación se pone a describir cada tipo de llanto (llanto de hambre, llanto de saciedad, llanto de desesperación, llanto de aburrimiento, etc). Y francamente esas descripciones no sirven para nada, ni a un papá primerizo ni a un papá veterano, pues lo que cuenta es la experiencia. En el segundo capítulo dice que los bebés se comunican por medio de sus cinco sentidos, y a continuación se pone a describir la importancia del tacto, olfato, mirada, etc.
Ya ni modo, ahora lo voy a terminar de leer. Siempre me pasa que establezco un compromiso con el libro cuando lo empiezo. No vaya a ser que contenga algo bueno y por suspender una lectura me lo pierda, y también, si algún día debo criticar un libro, debería hacerlo tras haberlo leído todo; con sus excepciones, of course.
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